zumarraga - El vizcaino Jorge Cabanellas presentará el jueves que viene en Zumarraga el libro Los últimos miqueletes de Guipúzcoa. El acto tendrá lugar en la casa de cultura Zelai Arizti, a las 19.00 horas.

Cabanellas explica que a finales del siglo XVIII el nivel de delincuencia era tan alto que la Diputación creó el cuerpo de miqueletes. “Aprehendían alijos de contrabando, detenían a asesinos... Hacían atestados escritos, tal y como los haría la policía de hoy en día. Lo recogían todo: las causas del fallecimiento, el arma utilizada, la causa del homicidio... Era una policía muy moderna y avanzada”.

También trabajaron fuera de Gipuzkoa. “Hicieron exhibiciones y desfiles en Madrid, Barcelona... Su uniforme era muy vistoso. También estuvieron durante un año en Sevilla, custodiando el pabellón vasco de la exposición universal de 1929. Te puedes imaginar el calor que pasarían en Sevilla con aquel uniforme de lana gruesa y txapela...”.

Cabanellas opina que los miqueletes son un símbolo de Gipuzkoa que merece ser reconocido y recordado. “No hay nada más guipuzcoano que el cuerpo de miqueletes, ni la Real. La Real no tiene la misma fuerza en todas las zonas de Gipuzkoa, mientras que los miqueletes eran muy queridos en todos los pueblos. Si la Diputación anunciaba que iba a cerrar algún puesto, el pueblo se quejaba. No en vano, los miqueletes eran garantía de que en ese pueblo no iban a cometerse robos. Hay cantidad de documentos que recogen las quejas de los pueblos ante la retirada de miqueletes o el cierre de los puestos”.

La Diputación redujo el número de miqueletes y de puestos a raíz de la entrada de la Guardia Civil, para evitar conflictos. “Donde la Guardia Civil abría un cuartel, la Diputación cerraba el puesto de miqueletes y los vecinos se quejaban”.

Fue la policía de Gipuzkoa hasta septiembre-octubre de 1936, cuando la República perdió el control de Gipuzkoa. “Los primeros requetés entraron a Gipuzkoa desde Leitza y mataron a varios miqueletes del puesto de Urto. Cuando la República perdió el control de Gipuzkoa, los miqueletes siguieron trabajando en Bizkaia, Cantabria y Catalunya y los últimos irredentos se exiliaron en Francia. Los que se quedaron aquí pagaron caro ser de la policía vasca: cárcel, pérdida de sus puestos de trabajo, familias empobrecidas... Algunos tuvieron que alistarse en la División Azul para blanquear su pasado”.

El cuerpo de miqueletes llegó a contar con unos 320 agentes y todavía hay puestos en pie. “Los edificios han resistido bastante bien el paso del tiempo: Mutriku, Salinas, Aramaio, Lizarrusti, Pasaia, Tolosa... La Diputación los sacó a subasta y los adquirieron tanto ayuntamientos como particulares. En algunos sigue habiendo alguna referencia. Por ejemplo, el escudo foral”.

El puesto de Zumarraga El puesto de Zumarraga estaba junto a la estación y cumplía varias funciones: además de puesto de miqueletes, era sucursal de la Caja de Ahorros Provincial. “El cuerpo, además de dar seguridad, recaudaba impuestos y se encargaba de las sucursales de la caja de ahorros”.

Resulta curioso que un vizcaino sienta semejante admiración por los miqueletes. Todo tiene su explicación. “Soy vizcaino, pero toda mi familia política es de Gipuzkoa. Soy miñón de Araba y tras escribir un libro sobre los miñones de Bizkaia, mi mujer me animó a escribir sobre los miqueletes. Me ha encantado hacerlo. Su historia es preciosa”.