el bar Galilea es uno de los más antiguos y singulares de Zumarraga. Se abrió hace 50 años, al mismo tiempo que los trabajadores de la empresa Orbegozo llevaban a cabo una huelga que pasó a la historia, y sigue manteniendo el espíritu de aquella época. De hecho, muchos vecinos son clientes del Galilea desde el primer día. Este bar destaca por dos factores: la mayoría de sus clientes son hombres de edad avanzada y todas las tardes se disputan partidas de cartas en todas las mesas.

El bar Galilea lo abrieron dos parejas de origen riojano: Josemari Galilea y Julia Ramírez y Jesús Galilea y Rosario Tejada. El primero en venir a Zumarraga fue Jesús. Llegó por mediación de un cuñado y se puso a trabajar en la empresa Orbegozo. Después vinieron su hermano y su cuñada. Las dos parejas cogieron el bar Korta del barrio Eitza.

A los pocos años, las dos parejas abrieron el bar Galilea en la avenida Urdaneta. Con ellos trabajó Juanito Motxo, un hermano de Josemari y Jesús.

En la actualidad, el bar lo regentan María Ramos Galilea y su socia Rosa María Ortega. María Ramos es hija de Josemari y Julia. Tenía siete años cuando sus padres vinieron a Zumarraga y era una niña cuando abrieron el bar. "Recuerdo que bajaba todas las noches a traerle la cena al aita. Vivíamos en Eitza y pasaba un poco de miedo".

Lleva la hostelería en la sangre (sus abuelos maternos tenían un café en Ausejo) y, llegado el momento, decidió coger las riendas del negocio familiar. "Estoy encantada en el bar. Muchos son clientes desde hace 50 años y estoy muy a gusto con ellos".

Casi todos los clientes son hombres, pero se encuentra cómoda entre ellos. "De cada 50 personas que entran en el bar, solo dos serán mujeres. Me conocen desde hace muchos años y me ayudan en todo lo que pueden. Son como de la familia. Si alguno deja de venir, nos preocupamos".

Ya no hay humo En el Galilea se consume, sobre todo, vino y café. Hace algunos años el bar era famoso porque los puros y los cigarrillos que fumaban los clientes echaban más humo que las chimeneas de las fábricas en las que trabajaban. "Antes esto parecía Londres", bromea María Ramos Galilea.

Ya no se puede fumar en el bar, muchos clientes ya no fuman ni fuera por recomendación del médico, y seguro que también beben menos vino que antes. Pero todavía no ha nacido médico que les prohíba jugar a las cartas. "Desde las 18.00 hasta las 20.00 horas, el bar suele estar lleno. En todas las mesas se juegan partidas".

Uno de los fijos del Galilea es Antonio Díez. Es cliente desde el primer día, pero no juega a las cartas. "Suelo venir a pasar el rato. Tomo un café por la mañana y otro por la tarde. Yo no juego a las cartas, pero suelo ver las partidas. Conozco a los Galilea desde hace mucho. Son muy majos. Cuando tuvieron el Korta, yo vivía en Eitzaga y era cliente. Y ahora vivo en Urdaneta, enfrente del Galilea".