n los últimos días son muchas las personas de Azpeitia que giran su mirada hacia el edificio de Las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Pero no lo hacen para admirar la belleza arquitectónica del emblemático edificio situado junto a la Avenida de Loiola, sino para contemplar el regalo con el que la madre naturaleza ha querido obsequiar al municipio. No en vano, una hembra de cernícalo común ha elegido el agujero existente en una de las fachadas del edificio religioso para tener y alimentar a sus cinco crías, deparando un espectáculo poco habitual.

El fotógrafo azpeitiarra Agustín Arenas ha inmortalizado a la familia de cernícalos con unas imágenes de gran calidad. Según ha explicado a NOTICIAS DE GIPUZKOA, las ha obtenido "con paciencia y con mucha alegría" y ha decidido divulgarlas "porque la gente tiene que saber el tesoro que tenemos ahí".

Lo dice "preocupado", porque el Gobierno Vasco va a construir en esa parte del edificio de Las Esclavas unos pisos dotacionales "y eso va a implicar el arreglo de las paredes del inmueble y, en consecuencia, la desaparición de los huecos que diferentes aves utilizan para poner sus nidos".

De hecho, no es la primera vez que Arenas retrata a los inquilinos de un nido de cernícalo en el mismo hueco de la pared de piedra situada en la parte derecha del edificio de Las Esclavas.

Aficionado a fotografiar aves "desde que tenía trece años, hace ya exactamente medio siglo", este ciudadano, que contó con un estudio de fotografía en Azpeitia "hasta que la irrupción de la imagen digital me obligó a cerrar la tienda hace una década" recuerda que "en el año 2009 o 2010" alquiló una grúa "para subir unos seis metros del suelo y de esa manera poder fotografiar a otro cernícalo que había elegido el mismo emplazamiento para tener a sus crías".

Años después, "hacia el 2014" tuvo la oportunidad de fotografiar un momento similar, por lo que la de ahora es la tercera ocasión en la que Agustín Arenas fotografía a unos cernícalos recién nacidos en el mismo hueco de Las Esclavas.

Además, recuerda que "en la década de los pasados años 80 una lechuza blanca vivió en el mismo sitio, aunque acabó marchándose cuando empezó a haber más movimiento de gente en torno al edificio".

Tampoco olvida que, en ese lugar, "hace unos años alguien mató de un tiro a una hembra de cernícalo y pocos días después encontré a las tres crías muertas". Por suerte, concluye, "parece que la actitud de la gente respecto a las aves va cambiando".