- Ayer por la mañana las y los amantes de la gastronomía se despertaron con una noticia que les dejó helados: Juanma Garmendia, propietario, cocinero y alma máter del asador Kattalin de Beasain y vicepresidente de la asociación Jakitea había fallecido con 59 años por una caída en su domicilio. Una persona muy querida en la comarca y desde siempre ligada a la cocina tradicional. Siempre asiduo a los actos relacionados con la cocina, muchas veces realizando las labores de jurado y otras tantas levantando premios, como hace unos años el del mejor parrillero de Euskal Herria, campeonato organizado por Jakitea.

El asador se encuentra en una de las entradas de la localidad, muy cerca del polideportivo Antzizar. Entrar al Kattalin es como entrar a casa; cualquiera que haya ido lo podrá corroborar. Un lugar cálido en el que se respira un cariño especial. Siempre presente, Garmendia daba la bienvenida a las y los invitados, con su particular sonrisa y su bigote característico, junto a su mujer Arantxa. La estética del local, acorde con el pensamiento del cocinero: defender y promover la cocina tradicional vasca. Y la comida, qué decir del menú que se puede degustar en Kattalin. Desde pimientos del piquillo, pasando por el revuelto de xixas, el pescado fresco, los espárragos, una buena alubiada y, cómo no, la chuleta a la parrilla.

Justamente en enero de este año se cumplieron 30 años desde que el matrimonio inauguró el local de Beasain. Garmendia llevaba varios años formándose entre los fuegos y las brasas; incluso abrió un pequeño local en su localidad natal, Alegia. Con la crisis de los 80 tuvo que echar el cierre, y la pareja comenzó a buscar nuevas oportunidades; hasta que dieron con el almacén de un concesionario de Volvo, que convirtieron en el Kattalin.

“En los últimos años había especializado su labor dirigiéndola a la excelencia en la parrilla, trabajando en la medida de lo posible con ganado local procedente de los caseríos cercanos que él mismo se encargaba de cuidar y supervisar, controlando su cría y alimentación”, declara su amigo Josema Azpeitia a este periódico. “Afable, de carácter abierto, amistoso y trabajador”, así lo define el periodista gastronómico. Garmendia deja un hueco irremplazable porque ponía pasión y alma en todo lo que hacía, y eso se notaba. Una gran pérdida para su familia, amigos y conocidos, para la cocina tradicional guipuzcoana y para aquellas personas que definen el comer como un placer.

Después de formarse entre fogones, hace 30 años inauguró junto con su mujer el asador Kattalin, referente de la cocina tradicional vasca