ace justamente una semana la realidad de nuestras localidades cambió por completo. Después de que se permitiese hacer deporte y salir a andar, las calles y montes cercanos se llenaron de gente, que rebosaba de alegría por el comienzo de la desescalada y la sensación cercana de libertad. Para muchos y muchas se convirtió en un día que no olvidarán. Pero para quienes la fecha del 2 de mayo quedará grabado para siempre es para la pareja lazkaotarra Rubén Ramajo y Cristina Rupérez. Era la fecha que habían decidido para celebrar su boda, evento que han tenido que retrasar hasta el próximo año. Pero lejos de que la fecha se quedase en el olvido, ahora será un recuerdo que les marcará para siempre.

La pareja con sus dos hijas viven en Lazkao, en las casas que se ubican en la plaza Lazkao Txiki. "No sabíamos nada, y desde el vecindario nos dijeron que nos vistiesemos elegantes", cuenta Ramajo. Como en otras tantas viviendas, en esta las y los vecinos también se han convertido en amigos, y les prepararon una boda sorpresa. "No nos lo esperábamos para nada y montaron una gran fiesta. Fue, sin duda, toda una sorpresa", recalca sorprendido y agradecido.

Todas las viviendas se vistieron para la ceremonia. Los balcones y las ventanas se llenaron de globos de colores, y tampoco faltaron mensajes de felicitaciones. Así, se vistieron acordes con el momento, Rubén de traje y Cristina con un vestido blanco y la pareja salió a la plaza de Lazkao Txiki, donde bailaron al son de la música mientras que todo el vecindario se sumaba a la fiesta de la celebración de la boda. Aunque hoy por hoy la pareja no se haya casado de una manera oficial, la semana pasada tampoco faltó el ramo de novia, que continuando con las viejas tradiciones, la novia se puso de espaldas a los balcones y lo lanzó al aire, cayéndose en manos de una vecina. Y de nuevo los aplausos llenaron el centro de Lazkao, convirtiéndose ya en una fiesta para todos y todas.

"Por el estado de alarma del COVID-19 hemos tenido que posponer la boda hasta el 10 de abril del año que viene", dice Ramajo. La pareja lleva ocho años de noviazgo, y aunque la pandemia hasta hecho que tengan que retrasar la fecha del enlace, gracias a los vecinos y vecinas pudieron disfrutar por todo lo alto de un enlace que estuvo lleno de aplausos, alguna que otra lágrima, muchas sonrisas, bailes, alegría, y, sobre todo, de mucho amor.

"Estamos súper agradecidos, porque no nos lo esperábamos para nada. Ellos y ellas sabían que era nuestro día de enlace, y han querido que lo disfrutásemos, aunque fuese de una manera. Sin duda fue muy bonito e inolvidable". Una muestra más de nada puede parar al amor, ni siquiera una pandemia.