- El coronavirus ha truncado uno de los sueños de la joven zumarragarra Miriam Gorostidi, pero también le ha ofrecido la oportunidad de formar parte de un proyecto importante. Gorostidi es ingeniera biomédica y el 6 de marzo marchó a Uganda a trabajar en un orfanato. Tuvo que volver antes de lo previsto para no quedarse atrapada en África y, de vuelta a casa, le ha surgido la oportunidad de trabajar como investigadora.

Gorostidi finalizó el máster en enero y decidió que era el momento ideal para realizar uno de sus sueños. "Llevaba muchos años queriendo vivir una experiencia así. Fui a un pueblo llamado Fort Portal, a trabajar en un orfanato con una ONG".

Como esperaba, se encontró con una realidad totalmente distinta a la nuestra. "Los primeros días fueron muy intensos, pues todo era nuevo. Para el tercer día me parecía que llevaba dos meses. Pero me habitué enseguida. La gente de allí es muy agradable y te ayudan en todo lo que pueden. El primer día nos llevaron a una fiesta, el segundo a hacer turismo... En las aldeas se veía una gran pobreza. En el orfanato había niños que habían vivido historias muy duras, pero estaban muy bien atendidos. Había seis edificios y en cada uno había una responsable que tenía que cuidar 10-12 niños de 0 a 3 años. Nuestra labor era ayudarles: entretener a los niños, cambiarles los pañales, darles de comer, llevarles al hospital cuando lo necesitaran...".

Llegó el 6 de marzo con la intención de trabajar durante tres semanas, pero tuvo que volver a casa precipitadamente a mediados de mes. "El día que se inició el confinamiento, nosotras estábamos en un safari. Nos sentíamos privilegiadas. Pero empezaron a llamar los familiares para pedirnos que volviéramos, el cónsul nos recomendó volver cuanto antes... Al principio dijeron que el virus no llegaría a África por el calor, pero en los países limítrofes a Uganda comenzaron a aparecer casos y decidí volver. Soy asmática, había estado en el hospital con un niño, vi que el sistema sanitario de Uganda, obviamente, no tiene nada que ver con el nuestro y era consciente de que lo podía pasar muy mal si me pillaba el virus. A los cuatro días de volver, Uganda cerró las fronteras y se volvió complicado salir".

Se suele decir que Dios quita y da, pero en estos momentos el que quita y da es el coronavirus. Le ha truncado su sueño, pero también le ha ofrecido una gran oportunidad. "Iba a hacer el doctorado y me han llamado para participar en una investigación sobre el coronavirus. Trabajaré analizando las muestras de las personas que han dado positivo. Es una gran oportunidad y una gran responsabilidad". Y cuando pase todo esto, volverá a Uganda.