- Estar confinado no es en ningún caso plato de buen gusto, pero está claro que hay lugares más agradables que otros para estar encerrado. No es lo mismo vivir en un piso sin balcón y vistas a una fábrica que vivir en un piso con balcón, un espectacular jardín delante de casa y vistas al monte, como es el caso de los vecinos del barrio Grupo Legazpi de Zumarraga. Además, el ambiente entre los vecinos es muy bueno y están organizando diversas actividades para hacer más llevadero el confinamiento.

Grupo Legazpi se construyó en la época en la que Zumarraga multiplicó por tres su población debido a a la llegada de inmigrantes. Hubo una gran demanda de viviendas y se construyeron varios barrios. Grupo Legazpi es el que diseñó con más acierto, pues al contrario que en otras zonas del pueblo, se tuvo muy en cuenta la calidad de vida de los vecinos.

El barrio lo diseñó el prestigioso arquitecto ordiziarra Domingo Unanue, autor del primer edificio racionalista de Gipuzkoa (el Herri Antzokia de Ordizia). Las casas del Grupo Legazpi no son de estilo racionalista, pero no se puede negar que el barrio se construyó de manera muy racional. Unanue tuvo en cuenta que iban a vivir muchos niños y proyectó cientos de metros cuadrados de espacio verde e incluso una plazoleta cubierta. Todo eso contribuyó a que fuera un lugar agradable para vivir y se crearan lazos de unión entre los vecinos y un sentimiento de pertenencia. De hecho, vecinos y antiguos vecinos han organizado varias comidas de confraternización.

El buen trabajo que en su día hizo Unanue está contribuyendo también a que el confinamiento sea más llevadero que en otras zonas. El ambiente entre los vecinos es muy bueno y, además de ayudarse los unos a los otros, están organizado diversas actividades: bingo, fiesta de disfraces, fiesta disco, conciertos, teatro para los niños...

La dinamizadora principal es Saioa Puebla. Como toca en un grupo de música, tiene un micrófono y un altavoz y cada vez que se le ocurre alguna actividad invita a los vecinos a participar.

Estos están encantados, por supuesto. Una de las veteranas del Grupo Legazpi es Manoli Pérez. Vive en el barrio desde 1996, con su marido José Cuerva, su hija Leire (22 años) y su hijo Ander (18 años). "Decidimos vivir en el Grupo Legazpi porque este barrio está cerca de la casa de mi ama y es un sitio fabuloso: tranquilo, bonito, céntrico... Tenemos todo a mano: el ambulatorio, el polideportivo, Eroski, el colegio al que han ido nuestros hijos (La Salle-Legazpi)... Además, todas las ventanas dan al exterior. La luz entra por todas partes".

Los balcones son pequeños, pero más útiles de lo que pensaban antes de que se decretara el confinamiento. "Hemos descubierto que el balcón tiene muchas más utilidades de las que le dábamos: desayunamos en el balcón, lo hemos decorado, hemos hecho fiestas, nos sirve para hablar con los vecinos y para disfrutar de las vistas... Nuestra vecina Saioa organiza actividades y los demás le seguimos. Organizó una fiesta de disfraces y una función de teatro para los niños, pincha música... Nuestra hija también se ha animado: toca la flauta travesera en la banda de Zumarraga y de vez en cuando sale al balcón a interpretar alguna pieza".

Considera que el confinamiento está ayudando a que los vecinos estrechen lazos. "Está sirviendo para reforzar la amistad, hablar, conocernos mejor, ayudarnos... Hay vecinas que hacen la compra a otras que tienen dificultades para salir".

Hay un gran ambiente entre los vecinos y han organizado sesiones de bingo, baile de disfraces, fiesta disco, teatro para los niños...