ue la cecina de León al natural es un producto de categoría a la altura de un buen jamón lo sabe cualquiera que haya tenido ocasión de probarla, pero que este embutido está rico también cocinado, incluso en el postre, es una de las cosas que más sorprendió a quienes acudieron este lunes al almuerzo ofrecido en el restaurante Mirador de Ulía.

Allí estuvo presente una delegación del Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida Cecina de León, que además de mostrar con orgullo la calidad y versatilidad que tiene su producto, se deleitó con las magníficas vistas a la bahía donostiarra que ofrece la casa de Rubén Trincado.

Cinco chefs “estrella Michelin” fueron los encargados de confeccionar el menú en el que la protagonista absoluta fue la cecina de León IGP, desde el entrante hasta el postre. Concretamente, el chef Aitor Arregui del restaurante Elkano hizo un marmitako con pochas y cecina. La segunda propuesta de la jornada llegó de la mano del chef Dani López, con un tartar de cecina, tomate y albahaca.

El anfitrión Rubén Trincado, por su parte, sorprendió con su chipirón de León y, seguidamente, los comensales probaron el butakaku de Gorka Txapartegi del restaurante Alameda, un sabroso plato con aires de Japón. El chef Juanjo Losada del restaurante Pablo fue el encargado de poner la guinda con su postre Cecina de León en el jardín.

“Los comensales se han sorprendido de las múltiples posibilidades culinarias que ofrece este producto. Uno de los más comentados ha sido el postre por su intenso sabor, que era pura cecina y estaba riquísimo. El lugar elegido para el almuerzo también ha sido un punto a favor, porque los que somos de León ansiamos el mar y las vistas que ofrece el restaurante de Rubén son increíblemente bellas”, comentó Raquel Factor, directora técnica de la IGP Cecina de León.

En la degustación también estuvo presente el txakoli de DO Getariako Txakolina, con el que los comensales tuvieron ocasión de brindar.

La cecina de León IGP está elaborada en exclusiva con la mejor selección de las cuatro piezas procedentes de los cuartos traseros del ganado vacuno (tapa, contra, babilla y cadera), conlleva una curación mínima de siete meses y de más de doce meses para la Cecina de León Reserva.