La temporada de parasoles de las playas de Donostia comenzó este miércoles con un total de143 sin adjudicatario, lo que implica que estos toldos y carpas disponibles podrán ser alquilados por días entre los interesados. Este servicio funciona durante los tres meses centrales de la temporada estival, es decir, hasta el 15 de septiembre.

Los toldos libres en alquiler en la Zurriola y Ondarreta tienen un precio de 13,10 euros por día mientras que las carpas, que solo existen en Ondarreta, suben a 21,90 euros. Los interesados en pasar un día en las playas con la sombra garantizada y sillas para sentarse deben dirigirse a los tolderos encargados de colocar los parasoles.

En total, los arenales de la capital guipuzcoana cuentan con 1.400 protecciones para el sol de distintos tipos. En La Concha solo hay toldos, un total de 400, y se llenaron en el primer proceso de adjudicación, en el que los aspirantes a adquirir un abono para toda la temporada pudieron elegir la localización, según el orden determinado en un sorteo público.

En las demás playas, sobraron 255 parasoles. En concreto, 48 carpas, 92 toldos y cinco sombrillas en Ondarreta, así como 110 toldos en la Zurriola.

Posteriormente, se abrió un segundo periodo de adjudicación, en el que los interesados pueden solicitar aquellos que no se han alquilado para toda la temporada. En este periodo, que acabó anteayer, se adjudicaron 112 más, pero sigue habiendo 143 disponibles para arrendarse por días.

El abono de uno de los parasoles para todo el verano cuesta entre los 247 euros de los toldos más baratos, los de las últimas filas de las playas, y los 673 de las carpas de Ondarreta, los parasoles más caros. Las sombrillas tienen un precio intermedio.

Hasta el año 2010, en La Concha existían 711 toldos y 180 sombrillas, pero el Ministerio de Medio Ambiente dio la orden de reducir su cantidad para permitir que hubiese espacio suficiente para todas las personas que usaban las playas ya que, especialmente con marea alta, los toldos copaban toda la franja de arena seca. La existencia de toldos, además, era criticada por algunos colectivos, que consideraban que su presencia suponía una privatización del espacio público.

El Ayuntamiento redujo el número de toldos y organizó un sorteo, lo que provocó las críticas de muchos abonados, que llevaban décadas haciendo uso de los parasoles, siempre en la misma ubicación.

Actualmente, los asiduos a La Concha siguen llenado los toldos disponibles pero no sucede lo mismo en las demás playas.