Bien sabemos que el que gobierna no puede decir sí a todo y a todos, si no viene el caos. No es posible un gobierno neutro. No es posible contentar a todos. La clave es gobernar con sabiduría, equidad y moderación, aunque no puedas satisfacer a todos. Me parece que las líneas del Gobierno Vasco van por buen camino: aguantar e ir por el camino del crecimiento económico y de la justicia social y molestar a los menos. Es verdad que la política debe ser flexible, pero también deben respetarse unos límites. Por ejemplo, un partido de larga y profunda tradición democrática no puede negociar con un partido antidemocrático y totalitario. Reconozco que en política los extraños compañeros de cama, por desgracia, son frecuentes, pero no convenientes. Creo que en política, los pactos son importantes y me parecen bien; pero las mezcolanzas no. Reconozco que nuestro lehendakari Urkullu tiene cuatro cualidades para gobernar bien: firmeza, mucha flexibilidad, serena paciencia y saber conciliar justicia y libertad. Los políticos que necesitamos hoy más que nunca son aquellos que hacen de su vocación política un verdadero servicio al bien común. La política es una tarea noble y sacrificada que debe ejercerse con preparación y dedicación. Si el político no está preparado y no dedica horas con ilusión a su trabajo, ha equivocado el camino y no será útil a la comunidad a la que se debe.