Cuando se agote el género, Calzados González cerrará sus puertas.Calzados González cerrará sus puertas Podría parecer un relato más de los tantos que el pequeño comercio va sumando en los últimos lustros, si no fuera por que esta zapatería de barrio, y a mucha honra, cumple este año ocho décadas.

Silvia González ha crecido entre la tienda y la trastienda de este comercio situado en el número 12 de la calle Egia, en pleno corazón del barrio del mismo nombre.

El establecimiento que abrió su tío para calzar a la personas que trabajaban en las fábricas del barrio, reparar sus zapatos y que era también una alpargatería, dice adiós a sus fieles, que son muchos.

Silvia ha echado cuentas y, ante la prejubilación de su marido, se ha decidido a dar el paso de tomarse la vida con más tranquilidad.

Pese a que está convencida de que la decisión es la correcta, cada vez que alguna persona entra en la tienda para expresarle comentarios del tipo: "¿qué voy a hacer yo ahora?, ¿dónde me voy a comprar los zapatos?", siente una gran emoción.

"Alguna clienta me ha llegado a decir que se compraba un último bolso como recuerdo, para decir que se lo compró antes del cierre, hasta me han pedido algún maniquí de recuerdo", destaca. "Me da mucha pena irme, porque esto ha sido mi vida y la de mi familia, pero necesito descansar", añade.

"Los últimos años de lucha continua han pesado mucho anímicamente y al final he decidido que hasta aquí hemos llegado y, tras pasar el verano, cerraremos", explica.

"Si hemos aguantado estos años tan malos, los del covid, ha sido por la gente del barrio"S, añade Silvia González, que calcula que la tienda cerrará sus puertas tras el verano, porque queda mucho stock por agotar, "calzado de calidad".

Las botas han cedido su espacio a las sandalias que ocupan las vitrinas y las baldas, siempre sin olvidar a las zapatillas de casa, uno de los productos estrella de Calzados González.

Tanto es así que en torno al mes de septiembre, una vez el establecimiento eche las persianas, se gestará un relevo que, en cierta medida, ha mitigado la tristeza de la actual titular.

El próximo otoño la cuñada de Silvia tiene previsto abrir una tienda que se dedique en exclusiva a las zapatillas de casa, un producto que siempre ha caracterizado a González "y más en la pandemia, cuando no salíamos de casa", y "a calcetines divertidos y personalizados".

"Me hubiese resultado mucho más duro pasar por delante de la tienda y verla cerrada. Así, aunque sea otro concepto de negocio, la veré abierta. Eso me da un poco de vidilla", destaca.

Cuando la nueva tienda abra sus puertas, Silvia González tiene previsto "echar una mano" desde la experiencia, y oficiando también como introductora en el barrio de la nueva titular.

Mucha historia

Fue el tío de Silvia, conocido como El Patillas, quien puso en marcha el negocio que, posteriormente, pasó a manos del padre de la actual titular, un profesional que comenzó de aprendiz en la fábrica de calzados Solchaga, que en su día se ubicó en la calle Etxaide.

El taller de arreglos, que durante años gestionó su padre, hace tiempo que es historia, pero también hace ya bastante tiempo que se dejó de vender calzado infantil, aunque durante décadas se calzó a distintas generaciones a la vez y también de forma sucesiva. "Hemos calzado a familias enteras", evoca Silvia González.

"Es la única zapatería que queda en el barrio, pero también uno de los pocos establecimiento de los de siempre que aguantan, junto con la ferretería Eizmedi", subraya Silvia, que insiste en la idea de que "en toda Donostia también tiendas de toda la vida quedan cuatro".

Y es que en Egia en otro tiempo llegaron a convivir hasta cuatro zapaterías, "había tiendas de ropa de caballero y mujer, también tiendas de bolsos". Todo eso es historia.

El barrio en la pandemia "se volcó" con el comercio de la zona, algo que Silvia González agradece profundamente. "Hemos ofrecido calidad y atención y, la verdad, es que tenemos que estar agradecidos".

Para el vecindario de Egia, con una edad media muy avanzada, Calzados González es "la zapatería" con mayúsculas, y serán estas personas las que más echen en falta el mimo con el que se les atendía. "Ya nos dicen que nos van a echar mucho de menos", destaca.

80 años son muchos y muchos son los recuerdos y los pies satisfechos que Calzados González va a dejar en el barrio de Egia. "He visto pies destrozados por los tacones y ahora vestidos que se llevan con deportivas. Todo cambia, aunque lo que más se ha perdido es el zapato de vestir", rubrica como despedida Silvia González.