- Aunque la feria de Santo Tomás no se celebró ayer, suspendida por segundo año consecutivo a causa del covid, los donostiarras no se resignaron y salieron a las calles demostrando que llevan en el corazón la tradicional jornada. Numerosas familias disfrutaron del buen tiempo, ataviadas con el traje de baserritarra como manda la costumbre. Tampoco se perdieron la oportunidad los padres y madres de los más txikis, muchos de los cuales estrenaron por primera vez en su vida txapelas, abarcas y pañuelos. El pintxo o bocadillo de txistorra dio sabor propio a una jornada sin fiesta pero llena de recuerdos. Fotos: