os redobles de Antiguako Gazte Danborrada empezaron a sonar hace 125 años, más uno. 2021, con la pandemia pegando fuerte, no se pudo celebrar tan especial edición y en 2022 las personas que integran la comisión organizadora tampoco se han atrevido a a poner en marcha una celebración muy estructurada, porque resulta complicado vaticinar qué nos espera con el covid

Lo que sí han realizado es un llamamiento de manera informal a que distintas generaciones de tamborreras, tamborreros y barriles que hayan participado en esta popular tamborrada acudan a la cita a las 7.00 horas del día 20 y secunden los redobles de quienes participan en la misma. Quieren actuar con responsabilidad, de ahí que todavía no se haya hecho un llamamiento formal.

Si se hace, a buen seguro la respuesta será mayoritaria, porque es esta una cita que pocos y pocas se querrán perder. Algunas llegarán sin dormir, otros descansados, unas despejadas y otros un tanto extraviados. Pero todos y todas, con cariño y sin querer faltar, siempre que se pueda y que el covid lo permita.

Si así cuadra, poca parafernalia se deberá aportar más allá de los recuerdos que cada cual pueda sumar en forma de pañuelos u otros elementos.

Y en el caso de que se acuda, "que cada cual actúe con responsabilidad. Nosotras desde la comisión solo podemos responsabilizarnos de la tamborrada", añaden.

pasión antiguotarra

Quienes así hablan son Amaia Vicario y Ane Lareki, que participan en la comisión de organización de la Gazte Danborrada y que cuentan a NOTICIAS DE GIPUZKOA que esta es una tamborrada que engancha. Tanto es así, comentan entre risas, que hay quien ha planificado los embarazos para que no coincidan con la misma o que los retrasan para poder salir hasta los 30 años.

Y es que en la actualidad hay un límite de edad para poder participar en la tamborrada, entre 15 y 30 años. La jubilación llega el año que se cumplen los 30. Aunque en 2022 se ha hecho una excepción y se dejará participar a quienes los cumplieron en 2021.

En otra época no se permitía la participación de los casados y esta popular tamborrada ha contribuido a cambiar fechas de enlaces.

La edición del pasado año iba a ser especial, pero no pudo serlo. Y con una nueva cabecera, 125+1, los más optimistas pretendían recuperar la celebración. Tampoco será así, no como se hubiera querido.

Raro es el o la antiguotarra de nacimiento o adopción que no haya participado o no haya secundado desde la fila cero a esta madrugadora tamborrada que levanta de la cama a los formales y mantiene en pie a quienes lo son menos.

A Vicario y Lareki y a todo el equipo que integra la comisión les hubiera gustado que esta fecha tan señalada se celebrará de otro modo. Habían barajado distintas opciones, como reunir a quienes han llevado la batuta de mando de la tamborrada. No ha podido ser.

Pese a todo la ilusión se mantiene y cuando hablan de su "jubilación" se trasluce cierta pena. Tanta ha sido su vinculación con la tamborrada que Vicario cree que colgará los palillos al dejarla, mientras que Lareki no descarta reengancharse en otra compañía, aunque no lo tiene tan claro como cuando de niña sabía que acabaría en la Gazte Danborrada.

Porque la savia de esta tamborrada es la que han aportado varias generaciones de antiguotarras. Cuando echó a andar en 1896, con el nombre de Donosti Zaharra, hubiera sido difícil augurar que abuelos, hijos y nietas seguirían marchando al ritmo de los tambores por las calles del barrio más de un siglo después.

La Guerra Civil obligó a suspenderla y, tras recuperar su actividad, pasó a llamarse Tamborrada de Los Luises, hasta que en 1983, ya con la incorporación de las mujeres a sus filas, fue la segunda tamborrada que lo propició tras la de Kresala, cambió su nombre a Antiguako Gazte Danborrada.

Aunque no habían nacido, Amaia y Ane han sabido por boca de sus madres y sus padres que la incorporación de las mujeres "causó cierto revuelo". "Fueron ellas las que lograron el dinero para sus trajes y consiguieron salir como aguadoras", explica Amaia Vicario.

Vicario y Lareki subrayan el esfuerzo realizado por estas mujeres. Y es que con anterioridad, y vestidas de baserritarras, se habían empezado a mezclar en las filas de esta colorida compañía que decidió finalmente normalizar esta participación.

Se convocó una asamblea abierta a los jóvenes del barrio y a este llamamiento respondieron también las mujeres, a las que algunos no esperaban, y que acudieron a la cita en la que se decidió que participarían pero asumiendo los gastos de su indumentaria y ensayando por su parte para igualar el ritmo de los chicos, que llevaban más años tocando.

Lo consiguieron y, aunque no todo el mundo estaba de acuerdo, casi 40 años después la realidad es muy otra y ejemplo de ello son Amaia y Ane y lo fue en 2013 y 2014, Zuriñe Goenaga, la primera mujer que se puso al frente de la tropa.

Hoy en día la situación es muy diferente. Lo explica Lareki: "No tenemos ni trajes de mujeres ni de hombres, cada cual puede elegir con qué traje quiere salir". Porque en los últimos años habían observado que en la lista de espera para participar en la tamborrada había mujeres que por edad ya les quedaban pocas opciones para participar y que no podían salir "porque no había puestos de aguadora", mientras que se daba prioridad a chicos más jóvenes. Pensaron que esto no tenía sentido y dicho y hecho.

Lo que existe es una norma de obligado cumplimiento. En el caso de lluvia no se permite llevar ninguna prenda sobre el traje. Todo elemento impermeable se lleva en el interior.

Hay casos ya en los que la cuarta generación se prepara para salir. Todo ese apoyo se nota. "Nunca tocamos solas y solos, y también aitonas, amonas y nuestras madres y padres bajan como un clavo", abundan.

No hay criterios muy rigurosos para entrar, aunque se va tirando de lista de espera. Se intenta priorizar la inclusión de a quienes les quedan menos años para tomar parte, "porque a quien tiene 15 años le quedan muchos años por delante".

Esfuerzo, sí; cariño, de sobra; respaldo, mayoritario y, ¿dinero? Pues el que logran con la venta de boletos y las ayudas del Ayuntamiento. Las personas participantes ponen diez euros de fianza para el traje, que se devuelven si se entrega en buenas condiciones.

Por lo demás, pocas sorpresas porque, recuerdan las dos jóvenes antiguotarras, no se han dado grandes cambios en el recorrido que comienza frente a la parroquia de San Sebastián Mártir, interpretando la Diana y la Marcha de San Sebastián.

El momento más emocionante, coinciden Lareki y Vicario, es cuando se les hace pasillo a los tamborreros y tamborreras infantiles de la ikastola Jakintza, una de las principales canteras de de la Gazte Danborrada, y Larramendi ikastetxea.

Otra tradición es tocar ante la casa de la persona que dirige el batallón, que queda a las 5.30 horas para vestirse en los locales del mercado del Antiguo.

En esta compañía hay poca marcialidad. No existe la férrea disciplina que impera en otras, pero sí diversión a raudales aunque las filas marchen torcidas y más de un redoble suene desacompasado. Tampoco los ensayos son interminables. Es otra cosa.

Pese a todo, el amor a la gran fiesta de las y los donostiarras puede mucho y las dos jóvenes recuerdan con emoción el homenaje que la tamborrada de Sansustene brindó a la Gazte Danborrada en 2019.

Por todo ello y por muchos años y generaciones más, ¡larga vida a la Gazte Danborrada de El Antiguo!