- Meses, a veces incluso años, de preparación. Parejas que eligen celebrar su enlace con un guion temático, otras que prefieren llenarla de sorpresas y otras que traen invitados desde distintos puntos del planeta. Muchas de ellas se decantan porque el marco del "sí, quiero" sea el elegante salón de plenos del Ayuntamiento de Donostia.

2020 fue, en lo que a las bodas se refiere, un annus horribilis y, de momento, y hasta que el panorama se muestre más despejado de los efectos de la pandemia, 2021 no pinta bien.

Nadie se atreve a organizar un gran festín cuando quedan por definir aspectos tan importantes, fundamentales, como los aforos o las horas de cierre de la hostelería. Con la llegada del fin del estado de alarma decretado por Pedro Sánchez, la incertidumbre sigue vigente y los datos de la pandemia, al menos en Euskadi, tampoco permiten lanzar las campanas al vuelo.

En el Consistorio donostiarra a principios de año estaban disponibles para celebrar bodas 393 horas, que deben repartirse en dos sábados (los segundos y terceros de cada mes, menos en agosto, cuando solo se celebran bodas el tercer sábado) y dos jueves al mes, los días de las bodas exprés. A este calendario se les suman los viernes a la tarde en junio, julio, agosto y septiembre.

En 2021, contando el mes de mayo, había previstas 108 bodas, de las que solo se han celebrado 39. Las 69 restantes, o se han cambiado de fecha o se han anulado.

De las 267 horas que quedan hasta fin de año en las que pueden celebrarse bodas, 42 siguen libres, aunque es previsible que esta cifra aumente dado que, según apuntan fuentes municipales, empieza a ser habitual que según se acerca la fecha del enlace las restricciones vigentes provoquen que muchas parejas decidan esperar.

"Hubo parejas que en 2020 retrasaron su boda de mayo a septiembre u octubre. Llegadas las fechas y viendo que las cosas no habían mejorado mucho, las volvieron a retrasar y siguen a la espera", explican las mismas fuentes.

Otras, en cambio, "decidieron pasar con sus testigos o padres y madres, casarse y celebrarlo más tarde, cuando puedan reunirse más personas. Esto está pasando con bastante frecuencia".

muchas limitaciones

Lo que echa para atrás a las parejas no es solo el hecho de que tras celebrar la boda el festín debe adecuarse a las limitaciones vigentes. También la propia ceremonia tiene muchas cortapisas, como la del aforo. Mientras no se decida la contrario, al salón de plenos solo pueden entrar 50 personas, de las que una es el concejal o concejala que casa, otra la persona que indica a quienes acuden dónde deben colocarse, y otros dos, obviamente, los contrayentes, por lo que son 46 las personas que pueden acompañar a la pareja.

En un escenario sin covid, el aforo del salón de plenos del ayuntamiento de Donostia es de en torno a 300 personas. La diferencia es notable.

Si este año se llevan celebradas 39 bodas, a lo largo del pasado año fueron 130 las que se oficiaron en la casa consistorial, una cifra sensiblemente inferior a la de ejercicios precedentes.

Aunque no resulta habitual, en 2020 las bodas celebradas en enero, antes de la irrupción del covid, fueron más (once) que en mayo, cuando se celebraron solo siete enlaces. En verano, durante los meses en los que los las restricciones se aligeraron, repuntó algo el número de bodas y se celebraron once en junio, 22 en julio, once en agosto y 21 en septiembre.

Lógicamente, abril fue un mes sin bodas y solo siete pudieron celebrarse en marzo antes del confinamiento.

Estas cifras distan mucho de las de los años anteriores ya que en 2019 se casaron 226 parejas en el salón de plenos, 211 en 2018, 226 en 2017, 212 en 2016 y 244 en 2015. La situación era muy diferente.

De momento, nadie se atreve a vaticinar cómo irá evolucionando la situación y si se recuperará el ritmo de enlaces, siempre pendientes de la modificación de las medidas anti covid, también las que dificultan que las parejas puedan llevar a cabo el viaje de bodas de sus sueños.

a la carta

En el Ayuntamiento se trata de contentar a las parejas cuando expresan una preferencia sobre quién quieren que sea el concejal o concejala que les case. Si no lo hacen así, ya hay fijado un calendario para los miembros del Gobierno de la ciudad dispuestos a oficiar de maestros de ceremonias.

También el alcalde Eneko Goia, suele casar si la pareja así lo demanda. "Normalmente, si la boda no coincide con ningún compromiso no suele tener ningún inconveniente", apuntaron desde el Consistorio.

En lo que va de año los concejales y concejalas del PNV han oficiado 24 bodas, doce los del PSE, tres los de EH Bildu y una Elkarrekin Podemos.

Viene resultando habitual que el ranking de ediles que más casan esté encabezado por Aitziber San Roman (PNV), que en 2021 lleva oficiadas diez bodas. Este año su compañera de grupo Jaione Hervás le sigue de cerca, con nueve casamientos, y Cristina Lagé (PSE) lleva ya ocho enlaces hasta la fecha.