Aunque su tala parecía inminente la pasada semana, el roble de la estación de Herrera sigue en pie, a diferencia de otros, como un plátano también antiguo, que fue suprimido. El proyecto de transformación del apeadero, que comenzó el pasado mes de marzo para convertir la parada ferroviaria en totalmente accesible, añadirá rampas, un ascensor a cada lado y escaleras hasta los andenes. Y uno de los tramos de peldaños se sitúa precisamente en el lugar que ocupa el roble.

Aunque el proyecto de reforma de la estación, presentado por Renfe al Ayuntamiento de Donostia, está aprobado desde hace más de dos años, la semana pasada comenzaron a levantarse voces en el barrio en contra de la tala de ejemplar, que se veía cercana por la eliminación de otros.

El característico roble no es centenario, como ha señalado Parkea Bizirik, que ha criticado su tala y ha elaborado un vídeo para defender el ejemplar. De hecho, tampoco lo es la propia estación, autorizada en 1932, en cuyo terraplén nació el roble ahora en peligro. Sin embargo, el árbol sí tiene varias década de vida, entre 50 y 60 años, según Renfe, y su gran porte e imagen característica junto a la estación de Herrera ha hecho que su inminente desaparición levante una polvareda de opiniones en el barrio y tristeza por la pérdida de un elemento vegetal “de-toda-la-vida”.

Y ello ha hecho que los técnicos responsables del proyecto estén “dándole vueltas” al asunto para intentar modificarlo parcialmente para salvar el árbol, lo que ha retrasado su tala. “Se han hecho estudios para ver si se puede poner la escalera por otro lado pero parece difícil”, explican conocedores del caso de modo oficioso.

Vecinos del barrio colocaron un cartel en el ejemplar, en el que acusaban a Renfe de “insensible” por haber redactado un proyecto que contemplaba la eliminación del roble. Parkea Bizirik, por su parte, aseguró públicamente que la propuesta, que aprobó en gobierno municipal, “también recogía un acuerdo no escrito para ocultar a la ciudadanía la agresión medioambiental”.

Los próximos días se podrá saber si el viejo roble de la estación de Herrera podrá seguir dando sombra al terraplén y, quizás, a las futuras escaleras de la reformada estación o, como estaba previsto, desaparezca dentro de la obra, por su parte, largamente reclamada por el vecindario.

Recientemente, la petición popular para salvar el escudo del pueblo de Altza, situado junto al paso peatonal de la estación, ha conseguido que se proteja para su futura reposición y no termine en un vertedero, como temía Altzako Historia Mintegia, que dio la voz de alarma. El escudo es del año 1932, cuando el Ayuntamiento de Altza autorizó la construcción de la parada ferroviaria, ocho años antes del que el municipio se anexionara al de Donostia.