rutales en la ciudad, en distintos puntos, en distintos parques. Una iniciativa con un nombre que juega con los significados, FruitOndoan, los árboles frutales cerca, al alcance de la mano por impulso de la Fundación Cristina Enea.

Es esta una propuesta que pretende involucrar a la ciudadanía que colabora en la plantación, la poda, la recogida de la cosecha y todas las actividades que se requieren para que los árboles crezcan sanos.

Asociaciones y donostiarras a título individual pueden intervenir en un iniciativa que, entre otros objetivos, busca "fortalecer el tejido comunitario de nuestros barrios y localidades, cooperando y colaborando entre administraciones locales, asociaciones y entidades".

Hace pocas jornadas se procedió a la plantación de ejemplares de manzano en el monte Ulia, dado que algunos habían sido sustraídos y dañados previamente.

Hace ya dos años, en marzo de 2019, que echó a andar FruitOndoancon el fin de "fomentar la agricultura urbana y crear la primera red de frutales comunitarios en espacios públicos urbanos".

Ejemplo de la forma cooperativa con la que se trabaja en esta iniciativa la podemos hallar precisamente en Ulia, donde tanto el profesorado como el alumnado de la Escuela del Bosque Bihotz Inguru, con sede en el Centro de Interpretación de este monte donostiarra, junto con Berriztu Elkartea han sido los encargados de vigilar el buen desarrollo de la plantación efectuada en este enclave.

En la plantación del campus de Ibaeta ha colaborado el alumnado de la facultad de Magisterio de la UPV/EHU y personal del vicerrectorado; la asociación de vecinos del barrio lo ha hecho en la plantación de Añorga; Lekaleak Elkartea, el gazteleku y el haurtxoko de Egia en su zona; la asociación vecinal de Txomin en este barrio en crecimiento y la Fundación Cristina Enea en la efectuada en el parque.

Marc Badal es el alma mater de esta iniciativa que arrancó en 2019, cuando se realizaron las primeras plantaciones, aunque la idea germinó meses antes.

La que se acaba de realizar es la tercera plantación de frutales en espacios públicos urbanos, una experiencia que se había seguido de cerca en los países precursores.

La idea que sustenta esta iniciativa, explica Badal, es sencilla. Por una parte busca "recuperar el potencial agrario, de producir alimentos" en la ciudad, algo que "cada vez se toma más en consideración en el urbanismo".

Previamente, "había huertas urbanas y periurbanas que crearon las personas que en las épocas de la industrialización fuerte abandonaron sus pueblos y que siguieron manteniendo su cultura campesina". Pero en los últimos años "ha habido un giro y gente de otro perfil, como familias jóvenes con niños pequeños, de forma particular o por iniciativa de los ayuntamientos, se han sumado a este movimiento de producción de alimentos en el entorno urbano".

Esta es la base de una experiencia que busca "abrir espacios para la producción de alimentos" en el entorno urbano y aprovechar estas plantaciones para el desarrollo de actividades educativas en torno "a lo que comemos o cómo se produce". FruitOndoan pretende, además, activar "procesos de desarrollo comunitario", de participación.

Por ahora, habrá que esperar. Porque los árboles plantados en esta iniciativa tienen que hacerse grandes y fuertes para, por ejemplo, poder comer las manzanas que nacen en sus ramas o llevarlas a un obrador para producir zumo.

"De momento, los hemos ido plantando, abonando y dándoles forma. Cuando sean grandes y llegue la recolección, la idea sería realizar una convocatoria para recolectar a través de los grupos locales con los que trabajamos", apunta Badal, que avisa que para ello todavía habrá que esperar unos cuantos años.

Menos habrá que esperar para que los pocos kilos de manzana que produzcan los frutales los disfruten quienes los cuidan.

De momento, los frutales protagonistas de estas plantaciones han sido los manzanos, siempre "de variedades locales, de Gipuzkoa".

El siguiente paso, si todo va como se espera, podría ser la plantación de cerezos, siempre bajo ese criterio de proximidad, de acudir a especies autóctonas.

"Plantamos variedades antiguas. Algunas, como la de Errezil, se siguen comercializando pero otras han sido muy comunes pero cada vez se venden menos", explica Badal.

Algunas de estas especies se mantienen vivas en el entorno pero otras, que se plantan muy poco, "probablemente en 20 o 30 años acabarán siendo sustituidas por variedades más modernas". Hasta la fecha, las variedades que se han plantado son "para comer, no para producir sidra".

FruitOndoan tiene un apellido, el de proximidad, el del "patrimonio biocultural que representan las variedades locales de manzanos de Gipuzkoa". Para seguir creciendo FruitOndoandebe superar algunos escollos. De partida, el espacio es uno de ellos, dado que se trabaja en terrenos de dimensiones limitadas. Además, de momento se están plantando ejemplares adquiridos en viveros.

Esta experiencia auspiciada por Cristina Enea Fundazioa tiene una asignatura pendiente que Badal cree que se puede aprobar. "Si nos pusiéramos a buscar por los caseríos encontraríamos seguramente ciruelos, perales y otro tipo de frutales de los que podríamos sacar púa y hacer injertos". Esa es una tarea que asoma en el horizonte, aunque no tiene fecha de realización.

El confinamiento impidió realizar "una primera exploración" en los caseríos de Donostialdea para dar con "árboles antiguos", una experiencia que se pretende retomar el próximo año.

Haziera, un programa de intercambio de semillas que nace también del vivero de Cristina Enea Fundazioa, funciona con una fórmula similar en la que ya se han podido efectuar "tres exploraciones" de búsqueda.

De momento, los árboles plantados han echado raíces en suelo de titularidad municipal. La interlocución con el Ayuntamiento de Donostia, apunta Badal, ha sido muy útil también para concretar aspectos prácticos: "Nos decían si el terreno se encharcaba fácil o nos informaban de otros detalles de utilidad".

FruitOndoan ha tratado en todo momento de buscar para su plantación lugares "que no estuvieran en mitad de una calle con mucho tráfico, porque vamos a comernos esa fruta". De ahí que se haya efectuado cierta selección. De los enclaves propuestos se han elegido los que menos expuestos estaban a focos de contaminación como el tráfico.

Hace solo un par de semanas declinaron utilizar las jardineras situadas en Virgen del Carmen, en Egia, para plantar los árboles en otro enclave del barrio más limpios.

FruitOndoan ha logrado sumar aliados muy diversos. Por ejemplo, para su plantación en el campus de la UPV/EHU de Ibaeta ha contado con la complicidad de "dos profesoras de Magisterio que habían estado intentando montar dos huertas en el campus", iniciativa que de momento no ha fructificado.

Pero un grupo que trabajaba "repensando el campus en clave de sostenibilidad", con esas dos docentes como abanderadas, ha tomado las riendas de la iniciativa, a la que se han sumado representantes del alumnado, el profesorado y trabajadores de la universidad.

En este caso, el abono llega de muy cerca, de la zona de compostaje con la que cuenta la universidad.

En Añorga, la asociación de vecinos del barrio ya llevaba trabajando un tiempo en la generación de un espacio verde. Tras tener conocimiento de la iniciativa municipal, contactó con Cristina Enea para sumarse al proyecto.

En el caso de Txomin, fue el propio Ayuntamiento el que propuso la plantación, aunque fue la asociación vecinal la que ha tomado las riendas de una iniciativa que pretende ir enriqueciéndose con la plantación de otras especies hortícolas.

FruitOndoan mira al futuro y espera que cuando los frutales crezcan se pueda involucrar a distintos grupos, prestando especial atención a los más jóvenes. Estos ya toman parte en otras propuestas de trabajo en las huertas activadas en los propios centros escolares, una iniciativa que se extiende por todo el territorio de Gipuzkoa.

"Tenemos idea de trabajar con FruitOndoan en las escuelas, pero todavía no lo hemos hecho", apunta Badal.

Y, puestos a echar raíces y a crecer, los frutales de FruitOndoanquieren llegar a dar sombra en otros barrios de Donostia, aunque todavía no se haya definido la hoja de ruta. "Se irá haciendo en contacto con la gente y habrá que tomar en cuenta las limitaciones de cada barrio. Queremos que sean lugares donde se pueda estar tranquilo, lugares que tengan sentido. No es cuestión de poner los árboles en cualquier lugar, porque queremos que sean espacios para disfrutar. Y no olvidemos que son frutales que darán fruta que vamos a comer. Aunque sea de forma simbólica, queremos que produzcan manzanas que se coman en el barrio", concluye Badal.

"Tenemos idea de llevar esta iniciativa a los centros escolares, pero aún no lo hemos hecho"

"Es una experiencia para abrir espacios de producción de alimentos en el entorno urbano"

Promotor de la iniciativa