ueremos que los donostiarras redescubran Igeldo". Con esa intención afronta este verano de incertidumbre el parque de atracciones Monte Igueldo, que lleva ya tres semanas abierto adaptado a las medidas sanitarias. Sin aglomeraciones, pero la gente se va animando, sobre todo los fines de semana, cuenta la gerente, Pilar Pascual. Ayer mismo, con el tiempo como aliado, el ambiente estaba animado y daba impresión de cierta normalidad. Hasta ahora está siendo un público de proximidad, aunque esperan que a partir de la segunda quincena de julio empiecen a llegar más turistas estatales principalmente.

La situación le recuerda a Pascual a la que vivían hasta hace unos doce años, antes del crecimiento turístico que ha vivido Donostia en los últimos años y que, como consecuencia, ha multiplicado también las visitas al parque. "Aproximadamente la mitad de nuestros visitantes son extranjeros", explica, consciente de que muchos de ellos no entrarán a Igeldo este verano, aunque estos últimos días empiezan a ver a algunos visitantes del otro lado del Bidasoa.

Para atraer a ese público local, Pascual apela a la restauración del torreón que ha tenido lugar en los últimos meses con un resultado "espectacular". "Es el punto más alto desde el que asomarse a la ciudad", invita. El circuito de tirolinas también es un nuevo reclamo que puede atraer a nuevos visitantes y prolongar unas horas más la estancia de quien sube al parque.

Las exigencias higiénicas obligan a cerrar el recinto al mediodía para desinfectar y limpiar y, además, la mascarilla es obligatoria en las atracciones (no en el exterior si se respetan las distancias) y en el funicular, aunque la gerente apunta que el público actúa con sensatez en ese aspecto y no están teniendo problemas. De todas formas, han tenido que mantener cerradas varias atracciones en las que es imposible garantizar las medidas sanitarias, como el paseo de la risa o las camas elásticas.

Tras tres meses cerrado, Monte Igueldo espera "salvar el verano", aunque Pascual incide en el momento de incertidumbre que vivimos. "Si la situación empeora los centros de ocio seremos los primeros que tengamos que volver a cerrar", reflexiona.