- ¿Cómo ha sido la labor de la Guardia Municipal en este primer mes y medio de confinamiento?

-El estado de alarma obliga a hacer cumplir todas las medidas decretadas y es un cambio radical respecto al día a día. Solemos tener muchas actividades relacionadas con ordenanzas municipales, controles... y en esta situación ha habido que priorizar y volcarnos en un tema de salud.

¿Obligó a hacer muchos cambios la existencia de media docena de positivos por COVID-19 dentro de la Guardia Municipal?

-Tanto la Guardia Municipal como Bomberos son unidades de riesgo. Son personas que trabajan juntas y, si alguien enferma, hay que poner en cuarentena a un importante número de gente y dejar desabastecidos focos importantes de trabajo. Se fueron tomando medidas preventivas para tratar de minimizar esta situación, porque ya veíamos que no iba a ser flor de un día. Y hay que destacar las medidas personales que los agentes tomaron en aras de su salud y de la del colectivo. En algún momento, algunos han tenido que estar en cuarentena pero hemos creado binomios de trabajo para no apartar a más gente de la imprescindible y la situación ha evolucionado bien hasta ahora. El viernes no había ningún positivo en la Guardia Municipal. Pero sí existe riesgo de que quede un importante número de personas fuera de servicio, aunque no ha pasado.

¿Se llegaron a incorporar guardias jubilados, como se barajó?

-Se apuntaron algunos pero vimos que las necesidades de trabajo estaban cubiertas, por lo que no hicieron falta. Los policías son agentes de la autoridad y tienen que estar en plenas facultades de servicio. Los jubilados se preveían para liberar a otros.

En este periodo, a la Guardia Municipal le han desaparecido tareas y le han surgido otras.

-Es verdad que han podido bajar algunas, como el control de horarios a los bares, por ejemplo, pero, en cambio, ha habido que más hacer sonometrías. Ha habido llamadas y quejas por la música en varios momentos. Al principio del confinamiento no hubo quejas. Luego sí, porque no eran solo a las 20.00 horas. Se dio un toque de atención a la gente que ponía la música, el nivel de molestia bajó, pero ha habido otros episodios puntuales. Hemos tratado de compaginar todo. El confinamiento genera cuestiones complicadas. La semana pasada, por ejemplo, tuvimos que fomentar el diálogo entre vecinos porque hay personas que sí han manifestado su malestar. Algunos necesitan descansar porque están trabajando por encima de su capacidad.

¿Nota la Guardia Municipal un aumento de actuaciones con personas psíquicamente alteradas?

-Es una realidad permanente en nuestro trabajo y no ha surgido por la pandemia, pero es verdad que el confinamiento aumenta el nivel de ansiedad de las personas y muchas necesitan salir a la calle, algunas con certificado médico. No ha aumentado de manera importante, pero sí hemos podido ver estos problemas.

Las 500 felicitaciones que se han dedicado a los niños han gustado a muchos pero no a otros.

-Como siempre, nunca llueve al gusto de todo el mundo. Desde mi punto de vista, me parece muy bien. Me han llegado vídeos de niños que han reflejado una enorme sonrisa con estos actos y sin hacer de esto algo cotidiano, porque ha sido coyuntural y pasajero, es un gesto que ha alegrado la vida de estos menores confinados. Pertenezco al grupo de personas a las que parece muy bien y además estoy agradecido a los agentes que lo han hecho, si no se desatienden otras labores. Del mismo modo que cuando se dan aplausos en la puerta del hospital o de la Policlínica hay opiniones para todos los gustos, pero a mí me parece bien. Cuando alguien está en una residencia, sin poder estar con sus seres queridos, es un gesto bonito sacarles una sonrisa.

¿Cuando los policías paran a las personas por la calle se enfadan los ciudadanos?

-Los gestores de esta situación tenemos dos suertes. Tenemos unos agentes que son magníficos y profesionales y tenemos en general una ciudadanía magnífica y súper respetuosa, por lo que está siendo relativamente fácil poder actuar. Hacemos controles, pedimos identificación, permiso de trabajo y la actitud colaboradora de la ciudadanía es de un 98%. Hay un 2% que no y entonces hay que actuar con otras medidas policiales, que son las que suelen trascender. Pero en una población como la de San Sebastián, con todos los movimientos que tenía antes, la generalidad de la ciudadanía colabora y entiende perfectamente que son medidas necesarias para controlar el virus.

¿Cuál es su principal preocupación como concejal de Seguridad?

-Lo primero es tratar de que la situación sea lo más leve posible porque las medidas que tenemos que aplicar son muy restrictivas y generan muchísimos problemas a muchos niveles, tanto de relación, laborales, familiares... Tenemos que tener la empatía suficiente para hacer cumplir las medidas entendiendo la realidad diferente de cada persona. Además, cuando se toman medidas de desconfinamiento, como la que permite salir a los niños, hay que seguir trabajando para minimizar los riesgos hacia la salud de la ciudadanía a pesar de los cambios de criterio. Entramos en una fase que tiene sus dificultades.

¿Como funciona la coordinación de Guardia Municipal y Ertzaintza?

-Como concejal de Seguridad de Donostia, hablo en nombre de los dos cuerpos en este caso y la relación es perfecta. Incluso, esta situación refuerza más la relación porque hay una solidaridad entre los profesionales y con los ciudadanos. Ya estaba previsto desde un primer momento que si un cuerpo tenía más bajas a consecuencias de positivos, el otro le tenía que apoyar. Así se habló y eso se mantiene en vigor.

La consejera de Seguridad dijo que había un 2% de positivos en la Er-tzaintza. ¿Es una cifra elevada?

-Hay que entender que es un colectivo muy expuesto. Puede parecer importante pero están en la calle y es un colectivo de riesgo, como hay otros también.

"Si no se desatienden otras tareas, soy partidario de las felicitaciones que se han dedicado a los niños que estaban confinados"

"Las medidas adoptadas generan muchísimos problemas de relación, laborales y familiares; hay que tener empatía con la gente"