- El cementerio de Polloe ha visto incrementar el número de cremaciones en la última semana, a pesar de que las incineraciones no son obligatorias en caso de coronavirus. El gerente de la empresa Servicios Funerarios Donostia-San Sebastián, conocida como Polloe, Gorka Rueda, explica a NOTICIAS DE GIPUZKOA que la ley no obliga a que los fallecidos a causa del COVID-19 sean incinerados, pero sí se observa que las familias optan estos días más por la incineración, especialmente en el caso de las personas afectadas por el virus.

Desde el pasado 14 de marzo, cuando comenzó el confinamiento obligatorio por la pandemia, en el cementerio donostiarra se han llevado a cabo 56 cremaciones y 34 enterramientos, unas cifras bien diferentes de las habituales, cuando ambas formas de despedida a los difuntos suelen ser similares en cuanto a número.

Los fallecidos por coronavirus, certificados como tales, han sido 14 de los 90 difuntos atendidos en Polloe desde el 14 de marzo. De todas formas, no se puede descartar que otros fallecidos también estén relacionados con el virus, aunque no se hayan diagnosticado así, según explica Rueda. También añade que, además de los 90 fallecidos registrados en Polloe, hay otros difuntos que habrán sido atendidos por otras empresas funerarias, como Vascongada, que cuenta también con un horno crematorio.

La situación en el cementerio de Polloe ha llevado a ampliar su horario de cremaciones y, además, se ha eliminado el suplemento económico que tenía este servicio en los días festivos. "A veces, algunas familias necesitan llevar a cabo las cremaciones con prisa, el fin de semana, y tienen un suplemento, pero ahora no es el momento de aplicarlo y hemos decidido quitarlo", explica.

Además, añade, en las circunstancias actuales solo pueden asistir un máximo de tres personas tanto a los enterramientos como a las cremaciones, a causa del último decreto aprobado para contener la pandemia. En las incineraciones, además, las personas deben quedar en el exterior de la sala. La misma orden prohíbe la presencia de familiar alguno en caso de defunción por coronavirus. "En esta situación creemos que no sería normal que encima tuvieran que pagar más", admite Rueda.

Otros de los cambios que afectan estos días al cementerio donostiarra es la rapidez con la que pueden llevar a cabo las despedidas de los difuntos. Antes del coronavirus era necesario esperar 24 horas para enterrar o incinerar a las personas. Ahora no hay límite mínimo de tiempo, según los nuevos decretos, con el fin de evitar que se puedan producir atascos en estos servicios imprescindibles. "En Polloe no ha sucedido, pero sé de algún caso en el que entre la defunción y la despedida han pasado cinco horas", explica.

Con la actual situación, señala Rueda, el día a día del cementerio ha cambiado algo, aunque no de manera excesiva. "No lo estamos notando mucho, por lo que no prevemos recurrir a nuevas contrataciones, a no ser que hubiera contagios en la plantilla, entonces habría que analizar qué hacer", dice el responsable. La oficina en la que se llevaban a cabos los trámites administrativos relacionados con los decesos está cerrada para la atención presencial. Todos los trámites puede llevarse a cabo por teléfono o por Internet, explica el responsable, que, sin embargo, no descarta que pudieran existir excepciones por motivos de rigor.

Por otra parte, los empleados trabajan con mascarillas y con guantes. "De todas formas nosotros no tenemos ningún contacto con los cuerpos ya que solo recibimos los féretros de las funerarias y no se abren ni para enterrar ni para incinerar", recalca.

Desde el inicio del confinamiento, en Polloe se han llevado a cabo

56 cremaciones y

34 enterramientos