Desde el amor hacia los animales a la incansable entrega en tantas labores de voluntariado. Desde el cuidado de los menores cuyas infancias no han sido fáciles, al acompañamiento a las personas con patología mental, pasando por el reconocimiento a la diversidad sexual. Es un esfuerzo diario y constante el que hay tras las cinco almas que han dejado en Donostia una huella indeleble. Su labor está jalonada de dificultades, pero ayer era el día del reconocimiento público. Hubo, como suele ser habitual, emociones a flor de piel durante la ceremonia de entrega de las Medallas al Mérito Ciudadano, que tuvo lugar en un abarrotado Salón de Plenos, como preludio a la fiesta de San Sebastián que hoy resuena hasta en el último rincón de la ciudad.

El alcalde de Donostia, Eneko Goia, reconoció que entre el calendario de actos que le toca presidir durante estas 24 horas sin tregua, la entrega de las medallas tiene un sabor especial, porque son las personas con sus actos quienes imprimen a la ciudad un sello identitario. Almas, rodeadas ayer de amigos y seres queridos, que tienen nombres y apellidos, como Itziar Mintegi Martínez, la primera en subir al estrado a recibir el merecido galardón, la misma mujer que hace más de dos décadas sentó las bases de la Asociación Protectora de Animales y Plantas de Gipuzkoa. “He sido muy afortunada por haber nacido en esta ciudad, con una infancia feliz en la calle Moraza. Me enamoré de Paco hasta las trancas, y nos fuimos a vivir al barrio de Gros, de donde ya no pienso moverme y donde moriré. Hemos viajado mucho, pero sabiendo siempre que lo mejor venía a la vuelta, con el regreso a esta ciudad”, dijo ante los asistentes.

El acto de entrega tuvo lugar, como es tradicional, en la víspera del día de San Sebastián en una ceremonia encabezada por el alcalde, Eneko Goia, que contó con la presencia, entre otros, del consejero de Cultura, Bingen Zupiria; la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria; la diputada foral de Gobernanza, Eider Mendoza; la responsable foral de Política Social, Maite Peña, así como la Corporación municipal donostiarra.

Ante todos ellos, Mintegi exhibió su orgullo por vivir en “una sociedad que se ha hecho a sí misma”. Admitió que no haber tenido hijos le condujo en la vida por otros derroteros, hasta descubrir su pasión por el mundo animal. “Desde luego que este es el mejor colofón a tanto trabajo, algo que no cambiaría por nada del mundo”, reconoció la mujer ante un público entregado que aplaudía a rabiar.

El activista social Jesús Rubio Raymond también ha entregado su vida a los demás, algo que entiende como un deber. “Creo que el voluntariado es una obligación social”, confesó durante su alocución el fundador de Orona e impulsor de la construcción de 84 viviendas en régimen cooperativo, denominadas Donosti Zaharra. “La mitad de este reconocimiento es para mi mujer, que ha gestionado el día a día de la casa y los hijos mientras yo me dedicaba a otras tareas”, dijo con humildad.

Habló de sus inicios como voluntario en el Aterpe de Cáritas y de su implicación en la junta directiva de la ikastola Jakintza, donde estudiaron sus hijos. “Quiero romper una lanza en favor del voluntariado, que dicen que está en horas bajas. Creo que no solo tiene futuro, sino que es el futuro”, remató.

La atención a la infancia, especialmente la que discurre en contextos geográficos complejos, también fue reconocida. Bikarte Kultura Elkartea es una asociación dedicada la acogida temporal de niños rusos y bielorrusos que sufren las consecuencias de la alta radiación nuclear. Amaia Aretxaga, la presidenta de esta entidad benéfica que nació en 1997, subió ayer a recoger el galardón en compañía de dos de estas pequeñas que visitan Donostia gracias a tantas familias de acogida. La autoestima de estas menores sube como la espuma durante sus estancias. “Son pequeñas supervivientes inocentes de la situación que les ha tocado vivir, y que reciben apoyo gracias a las familias y a la paciencia y la ayuda de tantos voluntarios”.

Perseverancia es también una de las señas de identidad de una agrupación modesta como es la Fundación Why Not, que combate día a día el estigma, y que recibió la cuarta medalla en reconocimiento a su labor de acompañamiento a personas con patología mental, a las que involucra en un sinfín de actividades. “Gran parte de este premio pertenece a los usuarios, que se animan a venir a nuestro txoko y que gracias a ello van recuperando poco a poco las ganas de vivir”.

Especialmente es el taller de radio que organizan el que saca lo mejor de los usuarios. “La soledad duele, y evitarla es lo que nos hace movernos. Si gracias a un acto como este hay alguna persona que se anima, bienvenido sea”, dijo Pablo Munilla, el fundador de la entidad.

Emotiva fue también la entrega de la medalla a Naizen Elkartea, la Asociación de Familias de Menores Transexuales. La progresión de esta organización ha sido meteórica desde el 8 de marzo de 2015, cuando ocho familias comenzaron a escuchar a unos menores que sufrían porque nadie les comprendía. “Hay niñas con pene y niños con vulva. No podemos permitir que no puedan ser quienes son”, defendió Olatz Marcos, integrante de la asociación, tras recordar a las personas que se han quitado la vida en los últimos tiempos porque se vieron en un callejón sin salida.