aretxabaleta- La suya es una vida pegada a la paleta de colores. Desde pequeña sintió la llamada del arte. De la pintura en concreto; su compañera de batallas y cómplice a lo largo de toda su vida. Martxe Arana es de esas artistas que se pierde entre ríos, árboles y praderas para liberar sobre el lienzo su inagotable fuente de creatividad. Transforma la naturaleza a su antojo y, como resultado, regala a los ojos de quien contempla su obra, bellos y vivos paisajes impregnados de un estilo muy personal. “Nunca he dejado de pintar”, asevera. Hace 13 años que se mudó a Donostia, pero no se ha despegado de su localidad natal, que visita con mucha frecuencia. En ella se desarrolla la entrevista.

¿Qué es lo que puede contemplar el público estos días en las paredes de la sala Aroztegi?

-El propio título de la muestra, Paisaiak, permite que el público sepa qué es lo que se va a encontrar en la sala. Los paisajes son los motivos que en estos momentos dan cuerpo a mi pintura. Hay escenas del río Oria pasando por Zubieta, Álava, La Rioja? Son una veintena de lienzos, en su gran mayoría de gran tamaño. Obra reciente, con la que quiero transmitir lo que siento en el instante en que la pinto; lo que veo, que es la luz, el color?, que exprese por sí misma. Es la primera vez que expongo en Bergara y tengo que reconocer que me hace especial ilusión. Tengo amigos, buenos pintores, en ese pueblo. Y, además, esta cerca de Aretxabaleta y la gente que me conozca puede animarse a darse una vuelta por Aroztegi aretoa.

¿Cómo se le despertó la afición pictórica?

-(Se ríe). Buena pregunta. Teníamos el antiguo bar Txoko, en Aretxabaleta, y cuando éramos pequeñas en el patio siempre jugaba con mi amiga Purita Beltrán. Llenábamos las botellas con papeles de colores. El color siempre me ha motivado mucho. Desde entonces algo rondaba dentro de mí. Las primeras clases de pintura las recibí cuando trabajé en Fagor, y después en Madrid me formé en la Escuela de Artes y Oficios, y en la Academia Peña en las disciplinas de dibujo y pintura. Al volver de Madrid, salía a pintar con los artistas, el mondragonés Julio Galarta (1917-2011), y el bergarés Miguel Okina. Nunca he dejado de pintar. Cuando vivíamos en Arrasate, entonces teníamos el Hotel Arrasate, podía combinar el negocio con la pintura. Hace 13 años que mi marido se jubiló y nos trasladamos a vivir a Donostia. Y sigo con los pinceles. Me da vida.

Ha citado a Julio Galarta y Miguel Okina. ¿Qué aprendió de ellos?

-De Galarta, yo diría que aprendí el color, y de Okina la composición y los bodegones.

¿Qué evolución ha experimentado su obra?

-Al principio pintaba con grandes manchas, y actualmente, sigo teniendo esta misma tendencia. Así que, desde este punto de vista, me he mantenido en mi línea, aunque, como es lógico, evolucionando desde los primeros años hasta ahora. En Arrasate, y también en Aretxabaleta, por lo que más se me conoce es por la tempera y motivos florales. Aquella fue, quizá, mi mejor época: suelta, diferente, muy creativa (esboza una sonrisa). En cuanto a mi estilo, es figurativo evolucionado. Siempre tengo algo que me motiva y me induce a crear. Fundamentalmente, soy pintora al aire libre, sin embargo, los tiempos cambian, y en estos momentos en los que mi obra es básicamente de gran tamaño, en mis salidas hago bocetos o pinto un lienzo más pequeño que sirve de base para el definitivo. Siempre tengo de referencia al campo.

¿Qué le da la pintura?

- (Se le ilumina el rostro). Para mí es una forma de vivir. Hago otras cosas, pero la pintura siempre la tengo presente. Me siento bien cuando cojo el pincel. Es la motivación que tengo y lo hago porque realmente me gusta. Creo que sin la pintura no podría vivir. Me ha dado satisfacciones. Así que mientras pueda, seguiré pintando.

A parte de la muestra que protagoniza en Bergara, ¿qué otros proyectos tiene entre manos?

-En noviembre, en Donostia, participaré en la exposición de dieciséis pintores guipuzcoanos, que se va a llevar a cabo dentro del programa Donostia 2016.

Su txoko guipuzcoano favorito. Me gusta Getaria.

Una fiesta. Los andramaixak de Aretxabaleta (sonríe). Disfruto siempre de estas fiestas.

Un monte. Lo tengo claro, Kur-tzebarri. Es un monte con encanto, acoge al pueblo (en alusión a Aretxabaleta).

Un paisaje. El río Oria a su paso por Zubieta. Tiene muchos recovecos. Es acogedor.

Una playa. La Concha.

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