ebabarrena está muy cerca de poner punto y final a la era de los vertederos que durante muchas décadas fueron utilizados para depositar residuos sólidos urbanos de la más diversa índole. Sin lugar a dudas, se trata de una muy buena noticia para la comarca que, tal y como exige la propia sociedad, sigue avanzando por el camino hacia modelos para la gestión de los residuos más sostenibles y respetuosos con el medioambiente.

En cualquier caso, la era de los vertederos en Debabarrena concluirá definitivamente cuando terminen las obras que la Mancomunidad comarcal puso en marcha el pasado mes de julio (con un presupuesto de más de 1,1 millones de euros) con el objetivo de sellar el vertedero elgoibartarra de Urruzuno; una instalación que se clausuró en el año 2013 pero que seguía sin haber sido sometida al necesario proceso de recuperación ambiental.

Acompañado por el técnico de Medio Ambiente de la entidad, Igor Aldalur, el presidente de la Mancomunidad de Debabarrena, Iosu Arraiz, explicó durante una visita a las obras que "el sellado de Urruzuno avanza según lo previsto y con todas las medidas de control pertinentes" por lo que, si no surge ningún imprevisto, "las obras estarán terminadas antes del final de este año".

Una vez se ponga fin a la era de los vertederos de residuos urbanos en Debabarrena, la Mancomunidad se compromete "a seguir trabajando por la sostenibilidad, dando facilidades para que toda la ciudadanía dé una segunda vida a los residuos, sin necesidad de vertederos".

Tras los necesarios preparativos previos, el proyecto para clausurar y recuperar en su totalidad el viejo vertedero elgoibartarra se puso en marcha "con el desbroce y la eliminación de la vegetación que había en la zona" y continuó "con labores de reperfilamiento de los taludes para evitar pendientes importantes en la nueva conformación".

Finalizadas esas fases iniciales se procedió al drenado de los gases acumulados en el subsuelo y la pasada semana se dio comienzo a las tareas de impermeabilización, que contemplan la colocación de los materiales geosintéticos; cinco capas drenantes que cubrirán una superficie total de 21.600 metros cuadrados.

Según explica Igor Aldalur, "el objetivo de la fase de impermeabilización es evitar que el agua de lluvias se filtre entre los residuos y se generen lixiviados que contaminen el arroyo Aranbeltz", que discurre por la parte inferior del viejo vertedero y desemboca en el río Deba.

Tras el sellado "se colocará el suelo de cobertura, se plantará vegetación y se instalará la red de drenaje de aguas pluviales".

Las obras para la clausura, el sellado y la recuperación ambiental del último vertedero de Debabarrena cuestan 1,1 millones de euros