pasionado de la fotografía “desde que tenía 14 o 15 años”, el eibartarra Enrique Agote es una de las pocas personas que sacará algo positivo de la pandemia provocada por el COVID-19. No en vano, es uno de los 31 fotógrafos seleccionados a nivel mundial para la edición de un fotolibro sobre los confinamientos que se decretaron en 2020 a lo largo y ancho del planeta para intentar frenar la expansión del coronavirus.

Visiblemente satisfecho por la “buena noticia” que recibió el pasado viernes, Enrique Agote explica a NOTICIAS DE GIPUZKOA que fue a finales del mes de mayo cuando tuvo conocimiento “a través de las redes sociales” de la idea de crear un fotolibro sobre el confinamiento en los hogares promovida por Patreon; una plataforma belga que dirige la fotógrafa rusa Julia Borissova y que “impulsa eventos sobre la escultura, la pintura, la fotografía y, en definitiva, sobre las diferentes disciplinas del arte”.

Según cuenta este eibartarra de 71 años, “hicieron un llamamiento a todos los fotógrafos del mundo pidiendo un trabajo sobre cómo había vivido cada uno el confinamiento”. Dicho trabajo debía incluir “un texto escrito a mano explicando los sentimientos que cada persona había tenido durante el periodo de encierro obligatorio y alguna fotografía”.

Como buen aficionado, Enrique había echado mano de su cámara para hacer más amenas las largas horas del confinamiento, por lo que decidió participar en la iniciativa enviando dos imágenes que había sacado en su casa. Afortunadamente para él, la plataforma impulsora del proyecto ha elegido las dos fotos de Enrique para el fotolibro que, una vez diseñado y maquetado, “ya está en la imprenta”. De hecho, desde la plataforma belga le han comunicado que “en unas tres semanas” le enviarán un ejemplar de la publicación, que “también se pondrá a la venta”.

Como a la inmensa mayoría de la ciudadanía, la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 se le está haciendo “muy dura” a Enrique Agote, por lo que el hecho de haber sido seleccionado para el fotolibro mundial sobre el confinamiento supone “una alegría que ha contribuido a aliviar un poco esta situación tan difícil que estamos viviendo”.

A buen seguro, la inclusión de dos de sus obras en la publición también servirá para que Enrique siga, con más ganas todavía, con el particular proceso de adaptación al mundo digital que inició en 2007, tras haber tenido su afición por la fotografía “aparcada durante doce años”.