acido en el barrio arrasatearra de Garagartza, Ander Barrutia Zuazubiskar (1913-2004) fue el menor de los nueve hermanos que vinieron al mundo en el caserío Perikuena. Resistente, como otros muchos, de la Guerra Civil española, desempeñó junto a su mujer, Mari Gorostiza Pomposo, la labor de guardián del gran volumen de documentación que durante lustros se custodió bajo el techo de Villa Izarra, la última sede del PNV en el exilio, enclavada en el barrio de Beyris de Baiona, y germen del Archivo del Nacionalismo Vasco. El miembro de Intxorta 1937 Kultur Elkartea, Juan Ramón Garai, rescata la vida de este mondragonés en la antesala del homenaje que se rendirá en Elgeta a los niños y niñas de Debagoiena de la guerra, en principio el próximo 26 de abril.

Garai entrevistó a Barrutia en la capital labortana en abril de 2004. Tenía 90 años y cinco meses más tarde, el 26 de septiembre, falleció, el mismo día en el que se cumplían 68 años de la entrada de las tropas fascistas en Arrasate.

"Antes de que comenzara la guerra tenía un corte profundo en el pie y sin que estuviera del todo curado, durante la contienda íbamos a hacer guardias a Isuskitza con los del STV (Solidaridad de Trabajadores Vascos). Un día por la noche cuando nos dirigíamos a Untzilla, y con la rodilla hinchada que me impedía andar, mis hermanos me llevaron, a lomos de un burro, al médico de Santa Águeda, Victoriano Balerdi, que más tarde fue fusilado por los falangistas", recordaba Barrutia en la citada entrevista.

El 3 de mayo de 1937, ya como gudari en el batallón Amaiur, resultó herido en la batalla que se libró en el monte Sollube. Lo trasladaron al hospital de Algorta y, a continuación, al de la Magdalena de Santander, donde fue atendido por el médico arrasatearra Casimiro Labajos. "Pasé el tribunal y me declararon inútil para la guerra; tenía que irme a Francia", explicaba Barrutia. Acabó primero en Barcelona, y tras un periplo por Banyoles (Girona) y Castellón, regresó de nuevo a la ciudad condal. "Tenía tres dedos completamente muertos, me operaron y en una nueva revisión del tribunal médico me incapacitaron en un 83%", contaba Barrutia.

Con la evacuación de Catalunya se trasladó a Francia, no sin antes pasar por numerosas vicisitudes. Una vez estallar la Segunda Guerra Mundial, este arrasatearra trabajaba en una fábrica de Tarbes, fabricando obuses. "Requería de una gran disciplina, diez horas diarias de trabajo y un solo domingo libre cada 15 días. Vivía en un piso alquilado con otros dos mondragoneses, Jesús Mendizabal y Andoni Zubizarreta (los tres mutilados de guerra)", detallaba.

Estuvo trabajando en la mencionada fábrica hasta que los alemanes tomaron Francia, en junio de 1940. "En aquellos años fui un enlace. Nos pusieron en la radio clandestina de Mont de Marsan; estuve pasando informes para enviarlos a Inglaterra", desgranaba Barrutia sobre su vida. Coincidió con otros arrasatearras en el exilio como Félix Ugalde Pelli, Nicolás Uriarte, Gabriel Goitia, Salvador Laspiur Kanpazar, Marcelo Vitoria y Alejandro Echevarria Panaderixakue. En 1951 se casó con Mari Gorostiza Pomposo. En Villa Antoinette -una de las residencias del PNV en el exilio- nacieron sus tres hijos, y en 1957 se mudaron a Villa Izarra. "En estas dos sedes se celebraban reuniones del EBB (Euzkadi Buru Batzar), y también se guardaba su archivo", rememoraba Barrutia. El matrimonio fue celoso guardián de toda esta documentación durante cuatro décadas.

El 20 de julio de 1992, ocho contenedores y más de dos mil cajas transportaron todos los fondos documentales de Iparralde al edificio Meñaka, en la localidad vizcaina de Artea, para convertirse en la sede del Archivo del Nacionalismo Vasco, gestionado por la Fundación Sabino Arana y desde 2011 ubicado en Bilbao.

La de Ander y Mari es una de las muchas historias, en este caso, de los resistentes de la contienda. La asociación Intxorta rescata la memoria de los terribles acontecimientos vividos y, en esta ocasión, añade un episodio más con el relato de Barrutia que puede leerse en su integridad en Facebook (Intxorta 1937 Kultur Elkartea). A sus hijos, y a los de su hermana Luisa, niños de la guerra, se les ha enviado la invitación para el homenaje que acogerá Elgeta.