unque Irun es la segunda ciudad más poblada de Gipuzkoa, en su término municipal predomina el suelo rural. La parte más desconocida de la ciudad es también la más extensa: de las 4.200 hectáreas que componen el término municipal de Irun, 3.250 corresponden a suelos no urbanizables; es decir, que más del 75% de la superficie de la localidad es o bien zona de marismas, de campiña o de montaña.

Para navegar por toda esa superficie no urbana existe una enorme red de caminos rurales con una extensión de decenas de kilómetros y, si bien su mantenimiento no es tan exigente como el de las vías del centro urbano, también es necesario. El Ayuntamiento de Irun es consciente de esta necesidad y lleva años invirtiendo recursos en mejorar estos caminos. Contando las cantidades de los últimos años, el dinero que se ha empleado para estas tareas desde 2015 suma ya casi un millón de euros.

Como el mantenimiento de estas vías no es una actividad que se pueda postergar, la delegada de Obras de Irun, Cristina Laborda, ha anunciado recientemente que este mismo 2022 se va a poner en marcha una nueva campaña de caminos rurales con un presupuesto de unos 100.000 euros y que recoge una enmienda de EH Bildu. Según indicaba la edil, "son obras seguramente menos visibles que otras que se ejecutan en la ciudad", pero que no por ello son menos importantes, al ser su objetivo "mejorar accesos de caseríos y crear caminos más transitables para los muchos irundarras que, sobre todo en días de buen tiempo, pasean por ellos".

Así, la campaña de 2022 contempla la renovación de dos puntos de la red: el del camino Altamira, en el barrio de Lapice, y el del camino Meakar, en Olaberria. En el primero de los casos, se actuará en un tramo de unos 270 metros de longitud situado entre los caseríos Abelenea y Elordi, al estar el vial bastante degradado. En cuanto al camino Meakar, la actuación de este año pretende ser una continuación de los trabajos del año pasado. Serán reparaciones de otros 240 metros del camino, partiendo desde el cruce hacia el caserío Aingeruenea en sentido ascendente. El pavimento presenta una importante cantidad de grietas en este tramo, que ha perdido mucha capacidad de drenaje a la hora de canalizar pluviales.

La delegada Laborda también quiso hacer un repaso de las labores realizadas el año pasado, que tuvieron un presupuesto algo más comedido, de casi 74.000 euros. En 2021 se actuó en un breve tramo del camino Altamira, en la primera fase del camino Meakar (en los 100 metros más deteriorados) y en los accesos al caserío Burutarán, en el camino Makatzagar del barrio de Meaka.

En esencia, todas las actuaciones previstas en estas campañas de caminos rurales buscan mejora la accesibilidad de las vías del Irun verde, arreglando los caminos de hormigón o incluso instalando este tipo de superficie en zonas que todavía no se encuentran pavimentadas con firme.

Con los años, estas actuaciones han redundado en el atractivo turístico de la parte rural de Irun, como con los accesos a los hornos de Irugutzeta, pero también han facilitado la vida de muchos irundarras que viven en este entorno, con actuaciones clave en algunos de los caminos más transitados de toda la red, como los de Etxeberri, Oiakinta, o los accesos al caserío Zamora.