n apenas una semana se cumple un año de aquel fatídico 14 de marzo que nos hizo saber a muchos que la cosa iba en serio, justo después de que el Consejo de Ministros declarase el primer estado de alarma. La pandemia lo ha cambiado todo, también en Irun y Hondarribia. Doce meses después, toca respirar hondo, hacer balance, readaptarse y seguir adelante. Aunque todos hemos aprendido a hacerlo en el último año, hay también quienes se han sacado el cinturón negro: los hosteleros.

"Esto nos pilló a todos a contrapié", confiesa a NOTICIAS DE GIPUZKOA Gorka Txapartegi, chef y copropietario del único establecimiento bidasotarra con una estrella Michelin, el restaurante Alameda. "Al principio fue un descoloque tremendo, pasamos de funcionar prácticamente a diario a que se parase el mundo", recuerda.

Aunque reconoce que el mundo de la restauración siempre ha sido dado a adaptarse a las nuevas corrientes, Txapartegi asegura que esta vez "ha sido complicadísimo": "La pandemia nos ha hecho ver que somos muy frágiles y creo que en este caso hemos sido penalizados; se nos ha utilizado un poco como chivo expiatorio".

Con respecto a las ayudas institucionales, Txapartegi considera que la mejor sería "poder trabajar en condiciones". El hostelero incide en que a la hora de repartir las ayudas "se ha metido a todo el sector en el mismo saco" pero que para mantener "una plantilla de 20 o 30 empleados, que además ha costado mucho formar, hay que facturar muchísimo", si bien reconoce que "tomar las decisiones en una situación tan grave tiene que ser muy difícil". Aunque mira al futuro con "incertidumbre", Txapartegi cree que "las cosas van a mejorar" y que "daría mucha seguridad saber a qué ritmo".

Un ejemplo claro de que hasta en los peores momentos hay oportunidades es el de la hostelería irundarra, que en los últimos meses ha hecho virtud de la necesidad agrupándose bajo la asociación Denak Bat. Su presidente y regente del bar Don Jabugo de Irun, Eneko Mitxelena, cree que, al menos, la pandemia ha servido para unir al sector en Irun, "que era algo que hacía falta".

A nadie se le escapa que la hostelería no ha sido la única castigada, el pequeño comercio también ha sufrido. Y, en buena parte, ha resistido. Así lo acredita el responsable de las tiendas de ropa Jeca y Bost de Irun, Luis Camarero, al afirmar que "ha sido un año duro", pero que "se ha ido llevando, dentro de lo que cabe, bien". Camarero, que también participa en la Mesa de Comercio municipal, es rotundo al aseverar que "ha tocado reinventarse".

"La demanda de camisas, trajes y corbatas, por ejemplo, cayó muchísimo tras el confinamiento debido al teletrabajo, y optamos por ofrecer ropa más cómoda, para estar en casa", narra Camarero, que agradece que el público irundarra se haya "portado bien" con el pequeño comercio: "Había cierto miedo a la reapertura, pero han venido a buscarnos".

Más tímidamente, quizás, los bidasotarras también han buscado la cul-tura. Aunque el año pasado hacían 50 años de la muerte de Luis Mariano, la asociación lírica que lleva su nombre no pudo celebrarlos como es debido. "Eso es lo que más nos dolió", lamenta Ángel Pazos, su director artístico, que al menos agradece poder haber salvado cinco de los seis espectáculos que tenían planeados para la temporada. El tenor asegura que la cultura no vive su mejor momento, pues "hay artistas que llevan sin facturar desde marzo del año pasado", si bien recalca que "la cultura es segura, y más en el Amaia de Irun, que no escatima en medidas sanitarias".

En lo que se refiere a la valoración institucional, el alcalde de Irun, José Antonio Santano, afirma que la pandemia "ha sometido a nuestra sociedad a mucho estrés y ha cambiado nuestras prioridades como Ayuntamiento". En ese sentido, el primer edil recuerda que el Consistorio ya ha invertido más de seis millones de euros en la puesta en marcha del plan de choque Irun Aurrera para la reactivación económica. Aunque que cree que a día de hoy "las cifras sanitarias son esperanzadoras", Santano llama a la prudencia: "Creo que a partir de ahora se van a empezar a notar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia".

Su homólogo hondarribiarra, el alcalde Txomin Sagarzazu, argumenta en la misma línea que "no es momento de relajarse", aunque considera que estamos "en el camino correcto". Consciente de la gravedad de la situación, Sagarzazu asegura que el Ayuntamiento está "centrado al cien por cien" en atajar la situación, poniendo como prioridad absoluta el bienestar de las personas y las familias, pero también atendiendo a la reactivación económica. "Espero que las tasas de positivos y la incidencia acumulada desciendan", afirma el primer edil sobre el futuro próximo, agradeciendo el buen actuar de la mayoría de los hondarribiarras.