Últimamente se están viendo muchos casos de futbolistas que no están sabiendo afrontar como es debido sus últimos años de carrera y no están retirándose con dignidad. Todo lo contrario al zumarragarra Jon Viedma. El fútbol no le ha dado millones, pero ha hecho amigos para toda la vida y el fin de semana se despidió del club de su vida, el Urola, homenajeado por sus compañeros y el público. Salió de Argixao por la puerta grande.
Viedma nació en Zumarraga en 1994. Estudió Informática en la UPV y después hizo un máster en ciberseguridad. Trabajó en una consultora y, desde septiembre, está trabajando en Madrid para LaLiga. “Mi trabajo está relacionado con el fútbol y la ciberseguridad, por lo que aúna mis dos aficiones. Me encargo de dar una respuesta a las incidencias de ciberseguridad”, ha comentado el futbolista de Zumarraga.
Compatibilizar un trabajo en Madrid con un equipo de fútbol en Zumarraga es imposible y ha decidido retirarse. “Desde septiembre sólo he jugado este último partido, el de despedida”.
Deja atrás 17 años en el club de su pueblo. “Mi padre jugó en el Urola y mi abuelo fue presidente del club. Por lo que me han dicho, desde pequeño tenía el balón pegado a los pies. Con 12 años, en la categoría alevín, en la temporada 2005-2006, empecé a jugar en el Urola. He pasado 17 años de mi vida en el club”.
De extremo a mediapunta
Viedma empezó a jugar de extremo, pero estos últimos años ha actuado también como mediapunta. “He perdido velocidad, pero he mantenido la calidad, por lo que he pasado a la mediapunta. Me gusta sacar las faltas y lanzar los penaltis, asumir la responsabilidad”, explica el zumarragarra.
Se lleva un recuerdo “inmejorable” de sus años en el Urola. “Es como una familia. He tenido ocasión de conocer a mucha gente. Todos los compañeros me han aportado algo. Eso es lo que me llevo. Julen Erostarbe, Unai Ayuso, Adrián Veleda... me han ayudado en los momentos más difíciles. Adrián Veleda me ayudó mucho cuando no jugaba tanto como quisiera. Los amigos quedan para siempre”.
En lo deportivo, ha habido años mejores y peores. “Deportivamente, he vivido dos ascensos. También me ha tocado vivir momentos duros: lesiones, temporadas en las que no juegas todo lo que quisieras... Pero siempre he intentado levantar la cabeza y acudir a los entrenamientos de Argixao con una sonrisa”.
Quiere dar las gracias a sus compañeros por la despedida que le han brindado. “Todo el mundo no puede despedirse como quisiera. Mi compañero Julen Erostarbe, por ejemplo, tuvo que retirarse por una grave lesión de rodilla. Yo he tenido ocasión de retirarme en el campo, en buena forma y con un gol. No puedo pedir más”, reconoce.
Se marcha contento porque ha tenido la despedida soñada y porque está convencido de que al Urola le espera un futuro brillante. “Si, al igual que hasta ahora, trabajan con ilusión y con amor al club, al Urola le esperan años de bonanza. Ya les he dicho a mis compañeros que si siguen por ese camino, van a poder pelear por otros objetivos más allá de mantener la categoría”, comenta.
Su entrenador, Igor Caballero, solo tiene buenas palabras para Viedma. “Es muy buena persona y tiene una zurda muy buena. Un guante. Ha tenido que ir a Madrid por motivos laborales y eso es incompatible con jugar en el Urola. Me da mucha pena, pero en la vida hay que tomar decisiones. Su discurso de despedida fue muy emotivo”.