Hay soledades queridas y forzadas, y esta última nos desequilibra y entristece. El escritor colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014) afirmó: “El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”. La soledad querida es un espacio de libertad que nos regenera y enriquece psicológica y socialmente. Es clave gozar de la soledad, sobre todo en la última etapa de la vida, donde las obligaciones son menos y el tiempo de ocio se alarga. La soledad no deseada es triste y deprimente, pero la soledad querida es un remanso de paz donde podemos vivir los mejores años de la vida. Si queremos una buena vejez, hagamos un pacto honrado con la soledad. Esta nos puede aportar tranquilidad, serenidad y paz. Hoy los mayores tenemos tres preocupaciones claves: la salud, la situación económica y la soledad. Antiguamente los abuelos siempre contaban con la familia como última tabla de salvación; pero hoy se han invertido los términos y no son los hijos casados los que acogen a los padres mayores, sino al revés, dándose el caso no poco frecuente de que los insuficientes ingresos de los jubilados tienen que ser repartidos entre los otros miembros familiares que se encuentran en situaciones aún más extremas. Sin duda, la crisis del Estado del Bienestar está sembrando incertidumbre y miedo en todas las capas sociales, pero de forma más alarmante en las más desprotegidas, entre las que se encuentran las personas de mayor edad. El papel de los centros sociales de las personas mayores es vital e importante para ir encaminando la problemática del mayor.