Una más para el barrio de Egia. Y van ya unas cuantas. Ahora toca cerrar el subterráneo y sustituirlo, provisionalmente, por unas escaleras y ascensores para pasar sobre las vías. La solución es, cuando menos, peligrosa. Como mujer, madre de una mujer, hija de una mujer y amiga de mujeres, no entiendo cómo se ha podido diseñar una conexión tan insegura. Al llegar al lado de Egia, se accede a un voladizo ciego por las dos partes, con edificios por un lado y una obra cerrada y con malla por el otro. En fin, que colisiona de frente con cualquier pauta para evitar la existencia de puntos negros en la ciudad. Con posterioridad, se entra en una plaza insuficientemente iluminada, la de Blas de Otero. La sensación de inseguridad es más que evidente y justificada y si no que lo comprueben los técnicos o técnicas de la administración a quien corresponda arreglar o mejorar el desaguisado. A todo esto añadir que el ascensor está estropeado constantemente, para desesperación de las personas con problemas de movilidad, las que llevan sillitas infantiles o quienes van cargadas. Hoy por hoy a Egia le toca de todo menos la lotería. Astiñene no se acaba, Iztueta sigue en obras, Mundaiz está cerrado... Al final tendremos que ir a casa en globo. Por favor, como vecina del barrio pido al Ayuntamiento que tome cartas en el asunto y se acuerde de Egia. Todas tenemos derecho a andar seguras por las calles y el acceso actual no nos ofrece ninguna seguridad. Dos años es mucho tiempo y así no se puede.