Dicen que la nostalgia es selectiva y tramposa, y que por ello no escarmentamos en cabeza ajena. Sentimos morriña prepandemia, cuando creíamos que todo estaba perfecto, añoramos la juventud, cuando creíamos que no nos preocupaba nada, nos entristece recordar aparentes buenas relaciones que, en realidad, escondían manipulaciones. En fin, época de fácil lagrimal. Pero hay que reinventarse. Los políticos de aquí esperan a que solucionen los de allá, cuando en realidad hay que autoexigirnos responsabilidad en épocas tan serías. La juventud la tenemos en nuestro día a día, en apurar y seguir creciendo y respecto a esas aparentes buenas amistades, qué decir, por mi que se vayan a espigar. ¿Posamos para nuestra historia, para los nuestros, o todo se trata de un vulgar selfi?