Su capacidad para el ridículo es asombrosa. Desde la ignorancia mas absoluta y desvergonzada -como cuando afirmaba sin despeinarse que nadie moría por la contaminación- hasta la mas burda manipulación con el tema del cannabis terapéutico, queriendo ejercer de lo que no es, con ínfulas de futura presidente del gobierno de España, nos obsequia con la patética faceta de predicadora, con lo de que “el mal no descansa” refiriéndose a todo lo que no le gusta. Buen exponente de la nula talla ética, de quien triunfa gracias a la mentira y la manipulación; alguien que desconoce el mas mínimo decoro y produce vergüenza ajena.