a colorida tamborrada que cada víspera de San Sebastián recorre el entramado urbano de Azpeitia nació en 1957 pero no fue hasta el año 1980 cuando las mujeres empezaron a tomar parte en el desfile como tamborreras.

En consecuencia, si no hubiera sido por la pandemia que ha obligado a celebrar el evento de una manera simbólica desde los balcones, este año se conmemoraría el 40º aniversario (en realidad sería el 41º) del debut de las mujeres en el popular espectáculo festivo; todo un hito en el camino hacia la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres que ha quedado plasmado en el documental Amamaren danborra.

Dirigido por la azpeitiarra Paola Moto (con guión de Alaitz Olaizola), el audiovisual, que se presentará a las 19.00 horas de esta tarde en el teatro Soreasu (también se proyectará con entrada gratuita mañana y los días 23 y 25 de enero), recoge los testimonios y las vivencias en torno a la tamborrada de “22 hombres y mujeres de diferentes generaciones”, explica la propia Paola, quien se muestra “satisfecha” con el resultado de un trabajo que tiene una duración de 50 minutos y que espera “sea del agrado del pueblo y, especialmente, de las personas que han participado contando sus experiencias”.

De hecho, la propia Paola reconoce que “lo más dificil” de este proyecto en el que se embarcó hace exactamente un año ha sido “la elección de las personas y la selección de los fragmentos de las entrevistadas realizadas”; toda vez que “no se trataba de hacer un audiovisual sobre los sansebastianes o la tamborrada sino de recoger testimonios significativos de mujeres y hombres que han formado parte del evento a lo largo de las últimas cuatro décadas”.

En cualquier caso, la directora del documental se encuentra “agradablemente sorprendida” por la aceptación y las reacciones que está suscitando el trailer que han divulgado a través de las redes sociales para promocionar el trabajo: “Mucha gente me está diciendo que tiene ganas de verlo y las opiniones de quienes han visualizado el trailer están siendo muy agradables”, señala Paola, para quien “las entrevistas con los medios y la labor de divulgación están siendo mucho más complicados que las grabaciones y el montaje”.

De los aplausos y los pitos

A la normalización

Nacida en Donostia pero afincada en Azpeitia desde los nueve años, Camino Saiz es una de las protagonistas del documental Amamaren danborra y una de las integrantes del grupo de seis mujeres que la víspera de San Sebastián de 1980 estrenó la presencia femenina en la tamborrada de la villa del Urola.

Todo sucedió de una manera “natural”. Según cuenta, “un amigo de la compañía Arrantzaleak nos propuso salir tocando el tambor con ellos y no tuvimos ninguna duda”, rememora. Además, “nos echamos una gran juerga y nos lo pasamos tan bien que nos enganchó para seguir participando los años siguientes”, añade la propia Camino, que desde su debut no ha faltado “prácticamente ningún año” a una cita a la que ha concurrido “incluso estando embarazada”.

Camino recuerda que el primer año de participación femenina en la tamborrada “fue un poco rompedor” y que el paso de las mujeres tocando el tambor fue seguido “de muchos aplausos, pero también de pitos, personas que nos daban las espalda y comentarios contrarios a nuestra participación”. Eso mismo sucedió al día siguiente, cuando otro grupo de mujeres participó en la arriada de la bandera con el grupo Amnistia.

Afortunadamente, “la participación de las mujeres en la tamborrada se normalizó rápido, sobre todo desde el momento en el que hubo presencia femenina en otras compañías que por aquella época tenían un perfil menos de izquierdas como la del grupo de danzas Itsasi”, explica la actual directora de uno de los centros de la ikastola pública Karmelo Etxegarai.

Sea como fuere, Camino considera que, a sus 58 años y tras cuatro décadas tocando el tambor, le ha llegado el momento de “jubilarme de la tamborrada”, ya que “aunque siempre he disfrutado mucho con las amigas y los amigos, en los últimos años el momento de tocar en la plaza tras la izada se me hace eterno”, señala.

Algo similar opina su hija, Ane Bastida, que debutó en el desfile de adultos con 15 años y que “salvo dos años que salí como cantinera” siempre ha tomado parte del evento tocando el tambor. A sus 33 años, Ane, que también ha aportado su testimonio al documental Amamaren danborra, coincide con su madre al señalar que “el rato de la plaza se hace largo”. Aun así, por ahora no se plantea la posibilidad de dejar de vestirse con el traje de Arrantzaleak durante las próximas ediciones de una tamborrada que vive “como una fiesta en familia”. No en vano, en los últimos años Ane no solo ha compartido compañía con su madre, sino que en la misma también han desfilado su padre, su hermano, su cuñada y un tío.

Como buenas azpeitiarras, tanto Ane como Camino consideran “un orgullo” participar en la tamborrada que cada 19 de enero recorre las calles y plazas que conforman el entramado urbano de su localidad. Además, no ocultan su satisfacción “por haber contribuido para que a día de hoy la presencia de las mujeres sea mayor que la de los hombres en el desfile”.

De todos modos, Camino y su hija no se limitan a reivindicar el papel y la presencia de las mujeres en la tamborrada de Azpeitia. Ambas han participado en el Alarde de Irun como integrantes de la compañía mixta; un evento al que acudieron “invitadas por una amiga” de Camino.

Para ambas, el Alarde “está bien”, pero no tienen dudas: “Siendo azpeitiarras nos quedamos con nuestra tamborrada, que es un evento mucho más festivo y menos serio y rígido que el Alarde”, sentencian.

El debut de las mujeres como tamborreras estuvo acompañado de aplausos, pero también de pitos y de personas dándoles la espalda

La presencia femenina en la tamborrada se normalizó muy pronto, en cuanto las mujeres se incorporaron al desfile en varias compañías