Por segundo año consecutivo, la festividad de Arantzazu se redujo ayer a la misa mayor. Fue una celebración sobria, que volvió a prescindir de los ingredientes que aderezan el día de la patrona de Gipuzkoa, pero que hizo honor a la tradición, devoción y compromiso. Aunque la asistencia no alcanzó los números de antes de la pandemia, sí se agotaron las 570 invitaciones que limitaron el aforo de la basílica, según la normativa sanitaria. Estuvieron presentes el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, y otras autoridades forales, además de la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, y los ediles del PNV de Oñati.