La mejora que han experimentado las “sucursales japonesas” de Casa Urola, Aratz y Zazpi no habría sido posible sin el trabajo incansable de los tres responsables donostiarras de estos locales, pero, como ellos admiten, también ha tenido mucho que ver el fundamento y la ilusión de los jóvenes equipos japoneses que han colaborado con ellos estos días y se quedan ahora al cargo de los establecimientos. 

Como comenta Xabier Zabaleta, de Aratz, “hay que entender que algunos de estos cocineros habían estado en nuestras casas hace ya tres años y abrieron los locales con las dificultades que conlleva la pandemia, con lo que muchas cosas se les habían olvidado. Hemos rectificado esta situación y la sensación es muy buena. En mi caso, tanto Naoto, jefe de cocina, como Yoko, jefa de sala, se han involucrado a tope y tienen ganas de trabajar, y creo que eso es lo más importante. Nos han demostrado que tienen fundamento y ganas de rectificar y aprender, y en pocos días hemos creado una relación muy bonita con ellos, que ha continuado después de irnos, pues nos siguen escribiendo y contando lo que hacen… Al final, además de nuestros negocios, también se ha quedado en Japón un pedacito de nuestros corazones”. 

Pablo Loureiro, de Casa Urola, piensa parecido cuando afirma que "la valoración no puede ser más que positiva. Sabíamos que después de dos años y medio de pandemia había que preparar en un tiempo récord los locales para la inauguración oficial y que no iba a ser fácil. Pero la gran disposición de nuestros equipos de cocina, así como la del señor Tachibana, director de Vison, ha hecho que podamos volver con una mayor tranquilidad, tras haber podido tener un contacto directo con nuestros equipos, haber estado allí y haberles transmitido nuestra manera de cocinar. Creo que queda mucho trabajo, pero los cimientos están puestos, así que a partir de ahora solo queda avanzar y hacer que aquello sea cada vez mejor".