l hecho de disponer de agua potable en casa puede parecer algo banal hoy en día, pero no deja de ser un privilegio del que pocas generaciones anteriores a la nuestra han podido disfrutar y que aún en el siglo XXI supone un lujo para muchas personas en el mundo. El Día Mundial del Agua es una fecha inmejorable para hacer un repaso de como llegó el agua corriente a los hogares y los numersos avances realizados hasta conseguirlo.

Uno de los primeros desafíos de la historia fue el de almacenar el agua dulce para poder usarla y consumirla cuando se necesitara. La primera presa jamás construida está datada en el año 2770 a.C. a 30 kilómetros al sur del El Cairo, Egipto, mientras que Arquímides fue el primero en describir la fabricación de una bomba de agua en el siglo III a.C. Sin embargo, no fue hasta el siglo XVII cuando Thomas Savery desarrolló la primera bomba de uso industrial para extraer agua del subsuelo gracias a la fuerza del vapor.

Tras extraer el agua dulce, el próximo paso fue el de transportarla a los núcleos urbanos. En el siglo VII a.C., la ciudad asíria de Nínive contaba con una red de acueductos y canalizaciones de más de 40 kilómetros, mientras que en la antigua Roma diez acueductos tanto subterráneos como superficiales suministraban cerca de 140.000 metros cúbicos de agua al día.

El agua dulce por sí sola, sin embargo, no es potable. A pesar de la mala fama que tiene el agua del grifo, la realidad es que pocos alimentos superan tantos controles como el agua tratada en las plantas potabilizadoras. Ya en los años 4.000 y 2.000 a.C. los seres humanos hervían el agua o introducían trozos de plata o cobre para aclararla. También se filtraba a través del carbón o la leña, aunque no fue hasta 1829 cuando se construyó en Londres la primera planta de filtración para toda una población. Sin embargo, el uso del cloro para desinfectar el agua fue uno de los mayores avances en materia hídrica. A pesar de que el elemento químico fue descubierto en 1774, no fue hasta 1854 cuando el doctor John Snow lo usó para atajar un violento brote de cólera que mató a 617 personas en Londres.

El hecho de hacer llegar el agua corriente a cada casa se produjo muy gradualmente y de forma desigual. En la antigua Grecia ya tenían sistemas complejos de abastecimiento, potabilización y distribución de agua, aunque no fue hasta la revolución industrial cuando el rápido proceso de urbanización obligó a desarrollar sistemas de abastecimiento más grandes y seguros. Las fuentes y los pozos comunales fueron durante muchos siglos los únicos puntos, junto a los ríos, en los que la gente podía conseguir agua. Solo los estamentos más privilegiados disponían de fuentes privadas en casa.

Los palacios de los nobles romanos fueron los primeros en tener cañerías en el siglo I. El agua salía por una especie de artefacto decorado por un grifo, un animal mitológico mitad águila mitad león. De ahí proviene el origen de los grifos de hoy en día, que no tuvieron la forma de rosca hasta el siglo XIX. En Madrid tan solo algunos palacios y casas nobles disponían de agua en sus domicilios en el siglo XVIII gracias los Qanat, unas galerías subterráneas construidas por los árabes. El problema de acceder al agua en las ciudades era tal que en la Barcelona de 1860 los ciudadanos tenían que esperar hasta 15 días para poder hacer la colada en uno de los escasos lavaderos de la ciudad.

En Gipuzkoa, los pozos y las fuentes también fueron los únicos puntos donde la gente podía disponer de agua corriente. Tal y como cuentan Javier Gómez y Juan Antonio Sáez en su libro Geografía e Historia de Donostia-San Sebastián, no fue hasta principios del siglo XVII cuando comenzó la construcción de la conducción de Morlans en la capital guipuzcoana, que fue reconstruida en los años posteriores. Dicho acueducto dotó de agua potable a las principales fuentes de la ciudad como la de la Plaza Vieja o la de la Brecha hasta bien entrado el siglo XIX, cuando el aumentó de la población y la generalización de agua corriente en las viviendas obligó a ampliar las infraestructuras.

En el caso de Beasain, el agua corriente no llegó a los domicilios de los vecinos hasta 1909. Según relata el etnógrafo Josetxu Zufiaurrre en su obra Aguas de Beasain, el 8 de agosto de ese año la localidad guipuzcoana inauguró la traída de aguas de los nacederos de Zazpiturrieta, un acontecimiento histórico celebrado por todo lo alto con una misa mayor y con partidos de pelota, entre otros. Sin embargo, el aumento de la población a partir de los años cuarenta trajo diversos cortes de agua que fueron solucionándose con más traídas de agua, bombeos y el descubrimiento de aguas subterráneas.

La llegada del agua a los hogares de los guipuzcoanos no solo cambió la forma de asumir las tareas del día a día como lavar la ropa o ducharse, si no también la forma de socializarse. Las fuentes y los pozos comunales fueron durante muchos años puntos de encuentro donde los vecinos aprovechaban para charlar y formar un sentimiento de comunidad que ha ido perdiéndose con el paso de los años.

No cabe duda de que el agua dulce es fundamental para la sobrevivencia de los seres humanos, aunque se trata de un recurso limitado que produce muchas incógnitas de cara al futuro. A pesar de que más del 70% del planeta esté cubierto de agua, solo el 2,5% es agua dulce y la mayor parte es innaccesible ya sea porque está atrapada en masas de hielo o en zonas subterráneas. Tal y como cita la Fundación Aquae, el creciente aumento de la población mundial y la cada vez mayor demanda industrial plantea un desafío mayúsculo tanto en los decenios venideros como en los tiempos actuales.

La disponibilidad de agua dulce ya está siendo un problema en diversos puntos del mundo. En Ciudad del Cabo, Sudáfrica, estuvieron muy cerca de quedarse sin suministro de agua a causa de una sequía en 2018, mientras que otras grandes urbes como Ciudad de México importa el %20 del agua que consume. También cabe destacar el conflicto entre Sudán, Egipto y Etiopía por el control de las aguas del Nilo a raíz de la construcción de la Gran Presa del Renacimiento por parte del Gobierno etíope.

A pesar de todo, la capacidad de gestión y el avance de la tecnología determinarán en gran medida el futuro del agua. Técnicas tan antiguas como la desalinización han sido bendecidas como la solución para la crisis del agua, aunque no deja ser un método que tiene mucho que avanzar si pretende satisfacer la demanda de agua potable.

la primera presa

Data del año 2770 a.C y está en Egipto. Ya en aquella época las personas hervían el agua o la depuraban introduciendo trozos de plata o cobre

antigua grecia

En aquel entonces ya disponían de sistemas complejos de abastecimiento, potabilización y distribución de agua