- Ansiaba destrozar todas las encuestas que vaticinaban la clara victoria del PNV. Hasta el último suspiro intentaron sus líderes llamar a congregar el voto abertzale y de izquierdas bajo las siglas de EH Bildu para cambiar de raíz las políticas del Gobierno Vasco. No ha logrado esa meta, pero la coalición se reafirma como cabeza de la oposición al conseguir sumar cuatro nuevos parlamentarios, hasta llegar a los 22 escaños, y obtener su "mejor resultado histórico", como celebraron ayer desde la formación soberanista.La abstención apenas pasó factura al partido liderado por Arnaldo Otegi que, en todo caso, se consolida a la estela de los jeltzales.

Con Bizkaia como talón de Aquiles, herrialde en el que se sitúa en una segunda posición a distancia de los jeltzales -12 frente a 6-, y un voto más fiel mayormente concentrado en Gipuzkoa -donde suma un nuevo representante, pasando a sumar 10 escaños y pisar los talones al PNV-, EH Bildu salvó la jornada electoral de ayer con suficiencia. Incluso gana posiciones en Araba en unas elecciones en pleno verano que la coalición prefería posponer a otoño. Aunque los números cosechados no le dan para obtener la ansiada Lehendakaritza para su candidata Maddalen Iriarte, que es la segunda vez que concurre como cara visible de la coalición en unas autonómicas, y de hecho ayer lo hizo tras cuatro años siendo su cara visible en el Parlamento de Gasteiz. La coalición también pinchó en algunos de los mayores núcleos poblacionales de la CAV, como Bilbao, Gasteiz o la margen izquierda, donde consigue levantar el vuelo pero no tan alto como para disputarle la hegemonía al PNV. En suma, la foto fija del 12-J deja a EH Bildu por encima de donde estaba, pero sin tener oportunidad para asaltar el poder. Y es que tras tocar techo en las urnas de 2012 con 277.000 votos y Laura Mintegi al frente, EH Bildu ha venido perdiendo fuerza en votos de forma progresiva en las dos siguientes convocatorias de 2016 y 2020, si bien en todo caso logra mayor número de parlamentarios.

En paralelo, la coalición soberanista toma una amplia distancia con respecto a Elkarrekin Podemos-IU, aliado en numerosas ocasiones en el Parlamento Vasco en la última legislatura pero competidor en las urnas por el espacio de las izquierdas. A rebufo le sigue el PSE en esa pugna entre las fuerzas progresistas vascas. Aunque la cómoda mayoría lograda ayer por la dupla formada por jeltzales y socialistas, que si reeditan su pacto podrán gobernar con holgura, le arrincona a la oposición y con menor margen de maniobra que estos últimos cuatro años, en los que podía torpedear la acción parlamentaria de Urkullu sumando sus votos a otras formaciones. Tampoco vislumbran en EH Bildu la opción del tripartito de izquierdas, lanzada insistentemente por Miren Gorrotxategi. Pero esa ecuación ni siquiera es una opción plausible vistos los resultados electorales de ayer.

Tras haber realizado una campaña sin grandes sobresaltos, salvo la aparición de pintadas en numerosos batzokis y casas del pueblo que generó en una mayor presión sobre la izquierda abertzale, que rechazó pero no condenó esos actos, EH Bildu aspiraba a desbancar al PNV. Era su leit motiv. Sus mensajes en una campaña electoral tan atípica incidían en ello, tratando de sacar a relucir los fallos en la gestión realizada desde Ajuria Enea. También podría haberle dado algún rédito -considerable al menos en porcentaje de votos- su viraje en Madrid, donde ha pasado de no tomar parte en ninguna de las negociaciones que se efectúan en el Congreso de los Diputados a abrir ese melón con la firma del pacto para derogar la reforma laboral, un acuerdo suscrito junto a PSOE y Unidas Podemos que parecía inimaginable años atrás.

EH Bildu ha efectuado además una campaña volcada en mostrarse como alternativa a Urkullu. La mayoría de sus mensajes -Zaldibar, la gestión de la pandemia del coronavirus, el derecho a decidir, los casos que han salpicado al PNV o la amenaza de recortes en educación, en sanidad y en políticas sociales que se avecina- se han lanzado en esa clave para que Euskadi apueste por el cambio. "El asalto a los cielos en cuatro años empieza hoy", señalaba rotundo Arnaldo Otegi nada más conocerse los resultados de las autonómicas de 2016. Esa escalada de EH Bildu para ser la primera fuerza en la CAV deberá esperar, al menos, otros cuatro años.