La estrategia de conflictividad anunciada por los sindicatos para retomar el pulso del entramado sociolaboral tras dos años de pandemia se materializa en estos y los próximos días con varias convocatorias de huelga en sectores diversos que buscan una actualización de convenios en las que se repite la demanda de subidas salariales acordes a la inflación vigente. El equilibrio es complicado en tanto las circunstancias de cada empresa varían y su capacidad para modificar su estructura de costes, también es un clásico del tejido productivo vasco el perfil de pyme que lo domina por encima de la percepción de las condiciones laborales de un número muy limitado de grandes empresas. Convenios sectoriales de espaldas a esa realidad o que apliquen un baremo general no trasladable a las pequeñas empresas, que constituyen el 90% del empleo del país, serán terreno de conflicto de difícil aplicación. La dignidad laboral debe preservarse en cualquier caso y la sostenibilidad económica de quien desempeña una función productiva no se puede soslayar. De hecho, la estabilidad económica en tiempos de incertidumbre internacional busca a la demanda interna y esta no se sostiene con una pérdida sistemática y prolongada del poder adquisitivo de amplios sectores de la sociedad. Tiene razón la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, cuando recuerda que esta tensión de precios no tiene su origen en los salarios, sino en situaciones ajenas al equilibrio de costes de producción y precio de mercado. Estamos ante una crisis energética y de suministros de carácter geopolítico. La ecuación se desequilibra en detrimento de los salarios pero no se reequilibra por el aumento de los mismos. Crear costes estructurales superiores tiene un efecto sobre la competitividad de las empresas y una trasposición del alza de precios a subidas salariales puede ser el mecanismo de una espiral en la que los salarios siempre irán por detrás. Pueden convertirse de modo indeseado en palancas de un ciclo inflacionista más largo del que ayer mismo auguraba Laboral Kutxa, que prevé una estabilización de precios hacia final de año. Aunque también advirtió de que el riesgo de recesión no está descartado. El diálogo social y un consenso de equilibrio entre la sostenibilidad del tejido productivo vasco competitivo y la de los trabajadores es imperioso. La fórmula no es el conflicto. l