Trabajar en pijama, horarios más flexibles y ahorro de gasolina son solo algunas de las ventajas del teletrabajo, la modalidad para llevar a cabo la jornada laboral que nos trajo el Covid 19 en 2020. Sin embargo, aunque la pandemia ya está más o menos controlada, parece que esta forma de trabajo ha llegado para quedarse.

Pero no es oro todo lo que reluce. Aunque el teletrabajo presente numerosas ventajas para empresas y trabajadores, también es un arma de doble filo con la que debemos tener cuidado por el bien de nuestra salud física y mental. Entonces, ¿qué efectos tiene trabajar desde nuestras casas?

Consecuencias psicológicas

Para muchos trabajadores, los hogares se han convertido en sus nuevas oficinas. Esto provoca problemas para desconectar digitalmente y así poder separar nuestra vida profesional de la privada. Según un estudio de GlobalWebIndex, el 59% de las personas que teletrabajan lo hacen durante más tiempo del que deberían al menos una vez por semana.

Y es esta falta de conciliación laboral y personal la que puede tener implicaciones negativas en nuestra salud mental: dedicarle tiempo de más al trabajo es uno de los causantes de estrés lo que, a largo plazo, también afecta a nuestra productividad.

Es más, desde enero de este año la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido el desgaste profesional como una enfermedad laboral, originada por un estrés crónico en el entorno de trabajo que no se ha resuelto de la manera adecuada. Incluye síntomas como dificultad para concentrarse, ansiedad o menor capacidad para tomar decisiones pero, además, manifestaciones físicas: insomnio, jaquecas, taquicardias y alteraciones en la piel, entre otras y según El Economista.

Estos problemas para dejar a un lado nuestras obligaciones laborales pueden combatirse estableciendo, por ejemplo, limitaciones temporales para el uso de tecnologías. Una forma de lograrlo es mediante la desactivación de las notificaciones de nuestros teléfonos móviles o con una buena organización horaria.

Sin embargo, tampoco tenemos que olvidarnos de la sensación de soledad que en ocasiones viene acompañada de la falta de interacciones sociales. Esta situación puede afectar a nuestra creatividad y productividad, así como al estado de ánimo y aumentar el riesgo de padecer enfermedades como depresión y ansiedad.

Por eso, salir de casa y evitar el aislamiento son dos métodos para reducir estos efectos: si no es posible interactuar con los compañeros del trabajo, es recomendable que mantengamos las conexiones con el resto de personas de nuestro entorno.

Consecuencias físicas

Trabajar desde casa puede venir acompañado del sedentarismo y todas las consecuencias que implica: alteraciones en el sueño y el peso, trastornos digestivos, dolores musculares o fatiga visual, entre otras, según una publicación de Microbiota y bienestar.

SPC nos da una serie de consejos para evitar estas patologías propias de pasar un tiempo excesivo sentados frente a una pantalla como, por ejemplo, levantarse cada un mínimo de dos horas para caminar y realizar estiramientos de espalda, cuello, hombros y muñecas. Otra recomendación es la de realizar las llamadas telefónicas de pie para aumentar el movimiento lo máximo posible.

Además, recuerdan que es importante mantener una buena postura delante del ordenador: espalda y cuello rectos, con una distancia de 65-70 cm con respecto al monitor. Para evitar los problemas cervicales es beneficioso colocar el borde superior de la pantalla a la altura de los ojos. Por eso, también puede ser buena idea la de invertir, en caso de que sea posible, en un mobiliario cómodo y práctico para pasar tantas horas sentados: sillas ergonómicas y mesas con el espacio suficiente.