o hay semana que pase que no tengamos noticias de la entrada de fondos de capital riesgo foráneos en empresas guipuzcoanas, con lo que se pone en evidencia de una manera machacona la vulnerabilidad de nuestro tejido empresarial cada vez más controlado por gestores financieros con objetivos especulativos y dependiente de intereses ajenos al desarrollo y progreso de nuestro territorio, por la ausencia de una industria financiera o de inversión propia que debiera de servir de antídoto a este continuo proceso de toma de control de nuestras empresas por parte de agentes económicos externos.

Llevamos muchos años observando cómo los centros de decisión de nuestras empresas se van trasladando al exterior, con lo que ello tiene de desarraigo progresivo de las compañías en el territorio, sin que durante este tiempo se hayan constituido vehículos de inversión con la suficiente capacidad y potencia de fuego para tomar participaciones de control en aquellas empresas estratégicas y competitivas inmersas en procesos de venta o de cambio de accionariado para asegurar su continuidad en el futuro y su permanencia en el territorio.

Esta es la consecuencia de haber vivido en los últimos años en una situación de autocomplacencia colectiva que no nos ha permitido poner las luces largas para ver la cambiante realidad que se nos presentaba, con lo que no ha existido una preocupación latente para poner en marcha un fondo de inversión con vocación de país vinculando a instituciones, inversores industriales, family office, etc., para la toma de control de aquellas empresas estratégicas y con potencial de crecimiento en Euskadi. La ausencia de una alternativa consolidada es lo que está provocando que Euskadi siga siendo un territorio muy atractivo para la adquisición de empresas industriales y de servicios por parte de fondos extranjeros y españoles. Todo un déficit estructural.

No solo la toma de participaciones de control por parte de fondos de capital foráneos está provocando el traslado de los centros de decisión de nuestras empresas y un futuro desarraigo, sino que el cambio en la dirección de esas compañías por ejecutivos colocados por los nuevos propietarios sin conocimiento de la realidad económica vasca y, que a veces, residen fuera de Euskadi, está teniendo, en algunos casos, efectos negativos en el funcionamiento interno por la falta de adaptación y el desapego de las plantillas de las firmas adquiridas.

La pérdida del sentido de pertenencia al proyecto empresarial que se ha podido detectar en algunas empresas, tras su adquisición por parte de un fondo de capital riesgo foráneo, ha provocado, en algunos casos, un cambio en la dirección de las compañías con el regreso de CEO vascos a la misma para preservar su cultura interna y evitar cierta disciplencia entre el personal.

Los dos casos de adquisición o toma de una participación importante en empresas guipuzcoanas que hemos conocido en los últimos días tienen particularidades diferentes que, por un lado, reflejan el modo de funcionamiento de este tipo de operaciones financieras y, por el otro, pone de relieve la voracidad de los fondos de capital riesgo que están entrando en sectores insospechados hasta ahora y en compañías relativamente jóvenes, cuyos propietarios tienen otra forma de ver las cosas desde planteamientos más a corto plazo.

El primer caso corresponde a la adquisición por parte del fondo de capital riesgo alemán Mutares de la empresa Siemens Energy Engines, la antigua fábrica de motores Guascor de Zumaia, que en el año 2015 pasó a formar parte de la multinacional germana Siemens, tras la compra de un paquete de activos del grupo norteamericano Dresserd-Rand, al que pertenecía la compañía guipuzcoana.

Esta es la tercera ocasión en la que la antigua Guascor cambia de manos de propietarios con intereses foráneos, tras su venta por parte de los empresarios vascos Joseba Grajales y Juan Luis Arregui a la empresa estadounidense Dresserd-Rand en marzo de 2011 por un importe de 500 millones de euros. La antigua Guascor, que se dedica a la fabricación de motores de gas y diésel para la generación de energía, cogeneración y conversión de residuos, tiene unas ventas de entre 60 y 70 millones de euros y cuenta con una plantilla de 270 personas.

El segundo caso corresponde a la entrada del fondo de capital riesgo europeo Península Capital en el accionariado de la empresa guipuzcoana HLC SB Distribution de origen familiar y líder en Europa en la fabricación y distribución de tablas de skateboard, con la toma de una participación del 60% de los títulos.

A pesar de que no ha trascendido el montante de la operación, la entrada de Península Capital en esta empresa con sede en Oiartzun significa la primera compra de toma de control mayoritario en una compañía en el Estado, ya que tiene participaciones también en otras firmas, en concreto, las vascas Aernova y Salto Systems.

HLC SB Distribution, es una compañía de origen familiar, participada hasta ahora por los tres hermanos Iraola, que fundaron la empresa en 2001, junto a su padre y otro socio y que el año pasado facturó casi 30 millones de euros con un ebitda (resultado de explotación) cercano a los 10 millones, tras haber tenido crecimientos del 13% anual en los últimos ejercicios. Los actuales propietarios se quedarán con el 40% de las acciones y seguirán al frente de la gestión de la empresa, con el objetivo de, en un plazo de cinco años, doblar el tamaño de la empresa y alcanzar una facturación de 60 millones de euros.

A pesar de la tensión geopolítica que se está viviendo en los últimos meses y la volatilidad que existe en algunos sectores económicos, el volumen invertido por los fondos de capital riesgo en el Estado en el primer trimestre de este año ha alcanzado los 2.136,7 millones de euros, lo que significa todo un récord respecto del mismo periodo del año pasado, al registrar la cantidad de 1.125 millones, lo que significa un aumento del 89,93%.

Sin embargo parece que este frenesí por parte de los fondos de capital riesgo de comprarlo todo gracias a la liquidez financiera existente y a unos tipos de interés bajo mínimos puede sufrir una cierta ralentización a corto plazo por las consecuencias de la invasión de Ucrania, el alza de los precios de la energía y la presión inflacionaria, a lo que hay que añadir el previsible aumento de los tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE) en el verano, que puede traducirse en una disminución del valor de las compañías. A pesar de ello, continuaremos con el suma y sigue...

Llevamos muchos años observando cómo los centros de decisión de nuestras empresas se trasladan al exterior, con lo que tiene de desarraigo de las compañías