a reciente visita del presidente de la República Francesa, Enmanuele Macron, a la planta de CAF en la localidad de Bagnères-de-Bigorre, donde está realizando inversiones por valor de 25 millones de euros, con unas previsiones de aumento de plantilla de los 200 trabajadores actuales a los 400 empleados dentro de cuatro años y de donde saldrán gran parte de los trenes que forman parte de los importantes contratos conseguidos por la empresa guipuzcoana en ese país, tiene un gran significado que va más allá de un acto meramente protocolario.

Con esta visita, Macron no ha dudado en respaldar y dar toda su confianza a la participación de CAF en el potente y dinámico mercado ferroviario galo, -que es considerado un sector estratégico junto con la lucha contra el cambio climático y la energía-, hasta el punto de asegurar el apoyo del Estado francés a la planta de Bagnères, dentro del plan France Relance (Relanzar Francia), que tiene como objetivo, tras la adopción de medidas de tipo fiscal y laboral, fomentar las inversiones en ese país "con el objetivo de recuperar nuestra independencia industrial".

"No hay industria sin inversión y no hay inversión sin competitividad", afirmó Macron al poner como ejemplo la apuesta industrial que CAF está haciendo en Bagnères, hasta el punto de convertirse en una de las empresas tractoras de una zona que hace unos años registraba unas importantes tasas de desempleo.

Conociendo el culto a la "grandeur" de su país y el chovinismo de los franceses, que el jefe del Estado galo considere como propia una empresa extranjera como CAF pone de relieve el importante papel que la compañía guipuzcoana va a tener en el desarrollo económico de Francia en los próximos años como un actor fundamental en un sector estratégico como es el ferroviario. Todo ello, teniendo enfrente a un competidor de "casa" como Alstom, que parece no pasa por sus mejores momentos -al menos en el plano de apoyo político-, tras tratar de boicotear el concurso que la compañía beasaindarra ganó en alianza con Bombardier para la construcción de 146 trenes por valor de 2.650 millones de euros.

Pero detrás de esta visita de Macron, como la que hizo en febrero del año pasado, el príncipe Carlos de Inglaterra a la fábrica que la compañía guipuzcoana tiene en Newport (Gales), existe una gran actividad de diplomacia empresarial que es una herramienta que en el actual contexto de globalización utilizan las empresas para desarrollar la gestión estratégica de sus relaciones con grupos de interés externos y conseguir mayor permeabilidad en las sociedades de los países donde están presentes.

A pesar de que la diplomacia empresarial es un instrumento de dirección estratégica utilizado por las grandes multinacionales para gestionar la incertidumbre geopolítica y regulatoria de ciertos mercados, lo que les permite una mayor presencia política y social y con ello, poder influir en términos de poder y capacidad de influencia, sin embargo, también puede considerarse como una herramienta que se debe considerar imprescindible para todas aquellas empresas que operan en los mercados internacionales.

Este es el caso de las 46 empresas vascas líderes en nichos de mercado internacionales, de las que 75% ocupan la primera posición de manera consolidada en la actividad que desarrollan en todo el mundo, donde todavía el concepto de diplomacia empresarial no está lo suficientemente desarrollado como debería. Las comúnmente denominadas "campeones ocultos", son aquellas empresas industriales que actúan en negocios muy definidos a la hora de fabricar y proporcionar productos intermedios, componentes, maquinaría, dispositivos, etc. y que son imprescindibles para que otras compañías puedan fabricar sus productos finales. Por ese motivo son unas grandes desconocidas para el público en general, ya que no fabrican productos de consumo final.

En este sentido, el investigador y coordinador de internacionalización de Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad, Bart Kamp, -que a través de su trabajo ha puesto en valor la importancia de los líderes de nichos de mercado internacionales en Euskadi-, ha realizado un estudio sobre la utilización de la diplomacia empresarial por parte de las 24 empresas de este tipo más representativas. El resultado es que casi la mitad de ellas se muestran activas en la utilización de esta herramienta a la hora de interactuar con las autoridades internacionales para el establecimiento de normas para el diseño y las prestaciones de sus productos, aunque con diferentes tipologías, dependiendo de la actividad que desarrollan.

Una de las conclusiones del estudio es que los "campeones ocultos" que utilizan la diplomacia empresarial son conscientes de que su liderazgo depende de cómo se regulen los mercados en los que operan. Al mismo tiempo, al desarrollar ese papel, les sirve también para poder influir en el establecimiento de las reglas de juego normativas y tecnológicas. Estas empresas se muestran satisfechas por los resultados obtenidos con esta práctica.

Por contra, las empresas que no utilizan la diplomacia empresarial justifican esa decisión porque los mercados en los que operan están dominados por compañías mayores que ellas, lo que les hace desconfiar de este instrumento desde la creencia de que van a perder más que ganar.

El estudio ha permitido a Bart Kamp llegar a la conclusión de que entre los líderes de nichos de mercado internacionales hay margen para aumentar la actividad de la diplomacia empresarial, al constatar que existe un interés creciente en este asunto, al considerarlo como algo que les puede beneficiar en su actividad. En este sentido, el investigador de Orkestra destaca la necesidad de que las empresas que quieran ser más activas en el campo de la diplomacia empresarial cuenten con apoyo institucional, así como que exista una coordinación de acciones público-privadas para defender sus intereses ante los organismos reguladores internacionales.

Si la diplomacia empresarial es una palanca básica en la actividad de nuestras empresas en el mundol, también lo es la captación de los recursos financieros necesarios para poner en marcha proyectos de crecimiento y expansión en nuevos mercados. Y en este caso el BME Growth (antes MAB) -el segundo mercado bursátil español, especialmente pensado para medianas empresas-, puede ser el instrumento más adecuado y competitivo para poder llevar a cabo sus proyectos industriales de futuro.

La reciente entrada en el BME Growth del Grupo Arteche -que forma parte del colectivo de empresas vascas líderes en nichos de mercado internacionales-, es un buen ejemplo de ello, al ser la primera empresa industrial de cierta dimensión en acudir a este instrumento de financiación con tal éxito que 100 nuevos accionistas se han incorporado al capital de la empresa al suscribir una ampliación de 30 millones de euros, lo que ha provocado que pequeños inversores se hayan interesado también en tomar participaciones de la compañía.

La supervisión de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para la entrada de una empresa en el BME Growth es la mejor garantía no solo para la solidez del proyecto empresarial, a lo que hay que añadir la transparencia en la actividad de la compañía, sino también para el control por parte de un inversor de cabecera que sirve de anclaje y arraigo de la firma con el entorno. La globalización exige la utilización de nuevos instrumentos para adaptarse de la mejor manera posible a escenarios muy competitivos.

Orkestra destaca la necesidad de que las empresas que quieran ser más activas en el campo de la diplomacia empresarial cuenten con apoyo institucional