- El Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ) librará en septiembre la batalla más importante en sus 86 años de historia, que se cumplen precisamente el próximo 1 de julio. La liberalización de la venta de acciones, el caballo de batalla de un grupo de médico alineados en la Plataforma de Accionistas del Igualatorio (PAI), se ha convertido en una amenaza para el modelo de la compañía, basado hasta ahora en un concepto muy cercano al cooperativismo liderado por los profesionales de la salud.

En frente de la PAI se posiciona Ademi, la Asociación para la Defensa del Modelo del Igualatorio, que quiere evitar la apertura masiva del capital a agentes externos que podrían laminar la capacidad de decisión del consejo médico. El debate tiene muchas aristas y amplia superficie para auténticos encontronazos entre un grupo que da la impresión de que quiere vender su participación con el mayor rendimiento posible y los que buscan fórmulas para mantener la esencia.

La raíz del problema es un cambio normativo, que data del año 2000 y que empujó al IMQ a seguir el patrón que se impuso a los equipos de fútbol y constituirse en sociedad anónima. Ese proceso obligó a la compañía a establecer un precio por acción y a poner en manos de los socios un título que hasta entonces no formaba parte de la estructura de la compañía. En estos momentos, cada uno de los 1.100 socios del IMQ tiene en sus manos 1.000 acciones. El valor de la participación se ha actualizado gradualmente. Empezó en cerca 3.000 euros y ahora se sitúa en los 99.000 euros. La evolución de los títulos es llamativa, pero además el IMQ paga cada año un dividendo del 6% a sus accionistas, un porcentaje que hoy en día no ofrece ningún agente.

A cuenta del cambio legislativo, los accionistas del Igualatorio se han encontrado con un foco de generación de valor sin que mediara una inversión previa más allá de su aportación inicial al proyecto. Y es precisamente ese resorte de rentabilidad el que ha generado un cisma sin precedentes. La Plataforma de Accionistas, pese a defender sobre el papel el modelo, busca fórmulas para hacer líquida su participación y apuesta por liberalizar de forma integral la venta de acciones. El escenario que persiguen es que Adeslas, que entró en la firma para financiar la clínica de Zorrozaurre, les compre su participación, abriendo así la puerta a que la aseguradora médica de Mutua Madrileña se convierta en máximo accionista.

Hay otras posibilidades. El propio IMQ puede proceder a la compra de acciones, reforzando la autocartera. Otra opción es la apertura de la sociedad a médicos de Araba y Gipuzkoa, territorios donde el tiene actividad, y romper así con la titularidad vizcaina de la firma.