a crisis sanitaria está poniendo a prueba a todos. En el sector energético, a las infraestructuras que generan electricidad desde centrales hidroeléctricas, parques eólicos, plantas fotovoltaicas o centrales nucleares; a sus redes de distribución, que garantizan el suministro de energía a hogares y empresas; y también a sus profesionales, muchos de ellos trabajando en primera línea manteniendo servicios básicos o realizando labores de apoyo a quienes los prestan.

Muchos de esos profesionales, que hacen que todo funcione, se encuentran estos días construyendo, manteniendo y operando proyectos renovables; gestionando, desplegando y reforzando redes; revisando la infraestructura energética de hospitales o instalaciones medicalizadas; y atendiendo urgencias eléctricas o dudas y necesidades de clientes desde canales digitales reforzados durante el Estado de Alarma.

Las inversiones y recursos destinados en los últimos años a la digitalización de las infraestructuras y redes eléctricas permiten a empresas como Iberdrola monitorizar, analizar y gestionar en tiempo real a través de centros de operación de renovables cada uno de sus parques eólicos, fotovoltaicos y centrales hidroeléctricas en España y el mundo.

También sus redes eléctricas inteligentes, desde centros de operación de distribución, desde los que, a través de un sistema informático de telecontrol avanzado, se observa y analiza el comportamiento de la red eléctrica con el objetivo de conseguir una calidad óptima de suministro, además de predecir posibles incidencias y, en muchos casos, activar actuaciones para solucionarlas telemáticamente.

Iberdrola dispone de equipos de campo que, diariamente, realizan trabajos de operación y mantenimiento en centrales de generación eléctrica y, en el caso de la distribución, revisiones y mantenimiento, con el fin de mantener un alto nivel de disponibilidad de la red.

En tiempos de coronavirus, además, estos profesionales tienen muy presente que muchos de los ciudadanos están confinados en sus casas, así que las actuaciones programadas se están realizando cuando todos o casi todos duermen, a partir de la 1 de la madrugada y hasta las 7 de la mañana, la franja horaria con menor uso de energía en los hogares. En algunos casos, estas tareas de mantenimiento o desarrollo de la red se ejecutan durante el día utilizando grupos electrógenos para evitar impacto en el servicio a los clientes.

Sin embargo, surgen también incidencias no programadas. Entonces, entran en acción brigadas disponibles 24 horas los 7 días de la semana para una rápida actuación allí donde se requiere una reparación in situ, que no ha podido resolverse telemáticamente.

“Somos conscientes de que prestamos un servicio esencial para la sociedad y, por ello, durante esta crisis sanitaria, estamos poniendo todo de nuestra parte para garantizar la continuidad de nuestras actividades. En momento difíciles hay que responder con acciones extraordinarias y, en ese sentido, nos sentimos orgullosos de poder ser útiles, ayudar y trasladar la confianza de que estamos trabajando para que todo funcione”, explica José Mª Grijalba, director de redes de Iberdrola en el País Vasco.

La primera de las medidas del plan de acción de Iberdrola -de las más de 100 medidas para afrontar el coronavirus- estuvo dirigida a proteger la salud de los empleados de la compañía y sus proveedores.

El carácter esencial de su actividad ha obligado a muchos a seguir trabajando en primera línea, operando con todas las medidas de protección, atendiendo a todas las recomendaciones sanitarias. Estas actuaciones han incluido también protocolos extraordinarios para colectivos críticos, esquemas de movilidad eventual y la reubicación temporal de trabajadores de instalaciones o funciones esenciales.

Iberdrola gestiona en España una capacidad instalada de 26.600 MW, la mayoría renovable, y más de 270.000 km de líneas eléctricas distribuidas en 25 provincias de España. Desde la declaración del Estado de Alarma, la operatividad de sus centrales de generación y la calidad de suministro de sus redes eléctricas se ha mantenido en los mismos valores que durante el mismo periodo del año anterior, cuando la vida transcurría con normalidad. E incluso, han mejorado algunos indicadores de su capacidad de respuesta.

En el País Vasco, Iberdrola gestiona parques eólicos con una capacidad de 143 MW y ha puesto en marcha, junto con el Ente Vasco de la Energía (EVE), el proyecto Aixeindar para impulsar la energía renovable en la comunidad.

La compañía, a través de su distribuidora i-DE, opera más de 25.000 km de líneas eléctricas en Euskadi. En los últimos años, ha completado la digitalización de su red de distribución con la instalación de más de 1,3 millones de contadores digitales en la comunidad, así como la adaptación de cerca de 11.500 centros de transformación, a los que ha incorporado capacidades de telegestión, supervisión y automatización.

Los profesionales de Iberdrola garantizan un servicio esencial como es el de generar energía y llevarla a millones de hogares y empresas. La crisis sanitaria identificó enseguida a un colectivo crítico y, desde entonces, muchos de los equipos de la compañía, han desarrollado un plan especial para asegurar y reforzar el suministro eléctrico de infraestructuras esenciales, como son los hospitales o instalaciones medicalizadas.

En las últimas semanas, estos equipos han revisado la alimentación energética y de reserva, así como la operatividad de las instalaciones digitalizadas, en 50 hospitales y centros sanitarios en el País Vasco. Además, ha instalado tres nuevos puntos de suministro con más de 500 kilovatios de potencia y grupos electrógenos de respaldo para la planta del nuevo edificio que se construye como ampliación del Hospital de Txagorritxu (Vitoria) y en la Clínica de la Virgen Blanca (Bilbao).