a gestión de cualquier organización requiere tomar decisiones de distinto calado. Muchas veces, sin tener toda la información y certidumbre que a uno le gustaría para poder hacerlo con propiedad. En este sentido, me gustaría centrarme en aquellas que conciernen a cuando apostar por invertir o desarrollar/incorporar una tecnología y las incógnitas asociadas que se presentan día sí y día también. ¿Incorporamos esta tecnología a nuestros productos/servicios o esta otra? ¿Seguimos mejorando nuestra oferta actual y dejamos de lado estas nuevas opciones que están sonando tanto? En el caso de entrar... ¿lo desarrollamos por nuestra cuenta? ¿Buscamos socios y asumimos el riesgo de depender de terceros?

El mundo de la tecnología da muchas vueltas. Algunas aparecen y desaparecen en poco tiempo, otras se convierten en un estándar sobre el que terminan girando categorías enteras de productos, servicios y hasta industrias/sectores. ¿Hay manera de saber si una nueva tecnología va a ser una amenaza, oportunidad, o el próximo estándar? ¿Qué pautas existen para poder tomar el pulso a esas transiciones?

Aunque en estos temas las respuestas únicas no existen, lo que sí se puede constatar es que la comprensión de los factores que hacen cambiar los negocios, industrias y sectores está mejorando a lo largo del tiempo. Esta semana me gustaría destacar las conclusiones de una investigación desarrollada durante cinco años por Ron Adner y Rahul Kapoor de la prestigiosa Tuck School de Pennsylvania. Al parecer, los elementos habituales a los que normalmente atribuimos las causas de los cambios en los mercados (ajustes de márgenes y precios, mejoras de prestaciones y rendimiento, variación del número de competidores en el mercado, nuevos entrantes, modificación de barreras de entrada, etc.) sólo explican menos de la mitad de los cambios tecnológicos importantes (48%, según el estudio). Sin embargo, dieron con una variable que explicaba por sí misma en mucha mayor medida la implantación de grandes cambios tecnológicos (subiendo hasta un 82%), y el factor no se refería a la nueva tecnología en sí misma, sino al desarrollo del ecosistema a la misma. Pero a ver, ¿de qué estamos hablando con eso del ecosistema asociado? A modo de ejemplo, la televisión en alta definición no explotó hasta que las cámaras, los estándares de producción de contenidos audiovisuales, así como los procesos de producción y postproducción que utilizaban las productoras estuvieron comercialmente disponibles. Es decir, hasta que un conjunto de empresas y actores del mercado adoptaran nuevas formas de trabajo que pudieran auspiciar la nueva tecnología.

Del trabajo se concluye que la implantación de toda nueva tecnología depende de un conjunto de elementos complementarios para su adopción o mantenimiento en el mercado: Servicios, estándares, regulaciones, otras tecnologías asociadas, etc. para que puedan configurarse ofertas alrededor de ellas. La fortaleza o madurez de esos elementos complementarios tiene un impacto directo en el mantenimiento de la tecnología existente o de la disrupción de otra novedosa.

En otros casos, cuando la tecnología no requiere de otro ecosistema complementario su adopción por parte del mercado puede resultar instantánea. Pero esto no suele ser lo habitual. En muchos casos, una tecnología disruptiva solo se estandariza si alrededor hay también cambios en otros componentes críticos relacionados.

Por resaltar algunos titulares relacionados de la investigación. 1. Cualquier empresa que pretenda introducir una tecnología o desarrollo de cierto calado debe tener en cuenta que difícilmente tendrá éxito si esta no está alineada con los desarrollos que lanzan al mercado otros actores del sector. 2. Las soluciones que actualmente existen en todo sector suelen tener cierto margen de desarrollo. En el caso de que este margen sea lo suficientemente importante, es posible que lo anterior coexista con las nuevas propuestas tecnológicas (ejemplo de motores híbridos, de combustión y eléctricos). 3. Predecir el momento del cambio implica analizar el grado de desarrollo de las soluciones actuales y el tiempo que la nueva tecnología requerirá para desarrollar el ecosistema que hará posible su estandarización. 4. Cuando una nueva tecnología no se puede adoptar de forma instantánea y requiere de otro conjunto de innovaciones en su alrededor como para explotar, comienza una guerra entre el enfoque novedoso y el ecosistema anterior.

Soy consciente de que todo esto puede sonar muy genérico. Sin embargo, un análisis minucioso de cada sector, sus tiempos de desarrollo, el grado de madurez de la tecnología actual y el análisis de lo que cada actor está haciendo pueden aportar luz antes de hacer apuestas importantes en clave de inversión y esfuerzo. Nadie dijo que esto fuera fácil.

Mondragon Unibertsitatea. Investigación y transferencia