La brigada negra tras los contenedores
28 inspectores supervisan si se respetan los horarios y normas establecidas para depositar la basura
Donostia. ATAVIADOS con un cuaderno y una cámara de fotos, 28 inspectores recorren y vigilan cada esquina de la ciudad... y cada contenedor. Incluso, les han bautizado. "Alguno nos ha llamado la brigada negra", bromea Jorge Fernández, uno de los inspectores. Aunque en realidad visten de azul marino.
Desde mediados de octubre y por un periodo de seis meses, los inspectores supervisan si se cumplen los horarios para echar la basura, si las bolsas se introducen dentro del contenedor y si se depositan objetos voluminosos fuera de hora y de lugar. Y aunque ellos no sancionan, en los casos que consideran graves llega la Guardia Municipal para tramitar la multa correspondiente.
Un lavabo en la calle, al lado de un portal en la Parte Vieja; varios cristales de más de dos metros junto a un contenedor de la avenida de Zarautz; hasta siete colchones amontonados en la plaza Zaragoza; restos de la misma cocina vieja repartidos en montones en cada esquina de una manzana de la calle Urbieta; varios bloques de metacrilato en una esquina de la Avenida y cartones y maderas apilados junto a los contáiners en San Bartolomé. "Todos los días nos encontramos sorpresas como ésas", explica Antonio Dávila, otro de los inspectores.
A los ciudadanos que pillan echando bolsas fuera de hora o dejando objetos voluminosos también fuera de los horarios indicados los inspectores les explican que no pueden hacerlo. El horario para arrojar la basura (al contenedor verde) es de 19.30 a 22.30 horas; depositar la bolsa fuera de ese horario puede suponer una multa de hasta 100 euros. "La mayoría de la gente nos dice que no sabe que hay un horario", cuenta Fernández. Por eso, una de las principales tareas de los inspectores es, precisamente, informar a los ciudadanos, explicarles que deben respetar el horario para depositar su basura y que también hay un horario establecido para depositar objetos voluminosos como muebles (en días alternos, dependiendo del barrio). El resto de objetos, como el lavabo que dejaron en las calles de la Parte Vieja, deben ir al Garbigune.
"Normalmente la respuesta es amable, aunque parece que siempre tienen una excusa preparada", explica Fernández: "Nos cuentan que tienen prisa, que están sacando la basura de su madre que es mayor, o son personas mayores que solo salen una vez al día..."
Koldo Zubiola, coordinador de los inspectores, insiste, de todos modos, en que no son duros con los ciudadanos que, aunque sea fuera de horas, depositan la bolsa en el contenedor. Sí lo son, en cambio, con los gremios o con quien deje escombros u objetos grandes y peligrosos en las aceras, junto al contenedor. En esos casos intentan localizar al responsable y avisan a la Guardia Municipal para que inicie el expediente correspondiente. La sanción puede ser de 450 o 500 euros. "No es justo, porque los gremios ya cobran al cliente por retirar el escombro", insiste Zubiola.
efecto llamada
Puntos negros de la ciudad
Otro de los caballos de batalla de los inspectores son los reincidentes. Por ejemplo, en la Parte Vieja, en las zonas sin contenedores donde la basura debe depositarse en la calle por la noche, siempre encuentran bolsas de basura que la gente saca fuera de horas y que, por lo tanto, pasan todo el día en la calle hasta que los operarios de FCC las recogen la noche siguiente. Uno de los "puntos negros" donde siempre aparecen "regalos" es la plazoleta Valle de Lersundi, junto a la calle 31 de Agosto, o la esquina de la iglesia San Vicente con la calle San Juan.
"Lo peligroso además es que, si hay una bolsa, otro vecino que la ve decide también dejarla ahí en lugar de ir al contenedor y así se acumulan", explica Fernández. En algunos casos que consideran graves los inspectores identifican al responsable de la bolsa, hurgando en la basura en busca de algún tipo de documentación. También lo hacen en el caso de cartones y cajas dejadas, normalmente, por los comercios o establecimientos cercanos fuera de hora. En esos casos, suelen acudir al local y pedir que recojan los cartones y que los vuelvan a sacar a la hora indicada.
En general, los inspectores hacen un buen balance de las semanas que llevan trabajando. Fernández explica que uno de los objetivos de la iniciativa es que solo la presencia de los inspectores por la calle disuada a los ciudadanos y comerciantes de no respetar las horas y lugares para depositar la basura, y eso se está cumpliendo. Otra finalidad de la campaña era informar a los ciudadanos sobre la normativa en referencia al depósito de residuos y, también, al Ayuntamiento sobre la actitud en general de la ciudadanía o de posibles problemas detectados. Y esa función también la ejercen. "Y además hay buen ambiente entre los compañeros", apostilla Fernández.
De momento, la campaña, que también se desarrolló el pasado año, se ha emprendido por un periodo de seis meses. Queda por ver si se prolongará o no.