sandra Piñeiro (Boiro, 1996) lo ha ganado todo en el mundo del remo. Dos Banderas de La Concha, dos Ligas Euskotren y un gran número de campeonatos forman parte de su palmarés. Los sueños imaginados cuando comenzó en el remo quedaron cumplidos con creces. Pero faltaba algo. “Incluso ganando la Concha y la Liga Euskotren me seguía faltando algo y no sabía qué era. Eran los mejores días de mi vida y en realidad la que faltaba era yo”, afirma la remera gallega. Ganar no era suficiente y siempre quería más. La búsqueda de la perfección pasó a convertirse en una obsesión y entró en un círculo vicioso. El afán por mejorar le hizo medirlo absolutamente todo y comenzó a controlar cada comida. A obligarse a vivir bajo unas rutinas extremas que le hicieron bajar desde los 67 kilos hasta los 52. Se dio cuenta de que algo no funcionaba y decidió pedir ayuda. Ese fue el primer paso. El inicio de una recuperación en la que todavía está inmersa y que quiere compartir para ayudar a la gente que pueda estar pasando por lo mismo que ella.

A Piñeiro le diagnosticaron anorexia nerviosa, un trastorno alimenticio que para nada esperaba tener: “En ese momento pensé: ¿Qué dice? Si soy deportista. No tiene sentido. Pensaba que tenía un problema con la comida porque me exigía mucho, pero evitaba el tema de la anorexia y la bulimia, porque está muy asociado a tener un cuerpo esquelético. Pero no es eso. La anorexia no tiene nada que ver con la báscula o un tanto por ciento de grasa”.

Con la idea de visibilizar esta enfermedad y contar su propio caso, la remera de Orio va a publicar el libro Remando en la oscuridad. “Puedes tener un peso normal y tener anorexia. Hay falta de información y es un tema tabú. La gente no habla de ello y cuando ve a alguien muy delgado por la calle”, susurra. “Se ve como lejano y encima frío. Una vez que comprendí que la anorexia no es solo los estigmas que se tienen, que los pensaba yo aun teniéndola, quise darle visibilidad porque hay gente que está pasando algo así, no es consciente y se siente incomprendida porque no sabe lo qué le está pasando”, cuenta la remera.

El libro Remando en la oscuridad. “Siempre me gustó mucho escribir. La psicóloga vio que tenía dificultad para expresarme y me dijo que lo plasmara en un papel porque sabía que podía hacerlo. Había emociones que no sabía identificar o situaciones que me desbordaban. Me dijo que escribiera lo que me pasaba por la cabeza”, recuerda. Poco a poco empezó a compartir ese diario con la gente más cercana y le animaron a publicarlo, aunque tuvo que acortarlo porque “si no sería un libro de unas mil páginas”. Tras mucho dudar, finalmente dio el paso e inició una campaña de crowdfunding para financiar su proyecto. El plazo era de un mes, pero en dos horas ya se había cumplido el objetivo.

“No me esperaba para nada que tuviera esa repercusión. Recibí un montón de mensajes de apoyo y cariño y no solo de gente de Orio o del remo, sino de gente que no tenía nada que ver con el deporte y había colaborado conmigo. Me quedé alucinada”, declara.

RESTRICCIONES

Actualmente, Piñeiro comprende su problema y trabaja para solucionarlo, pero no siempre fue así. “Soy muy perfeccionista y si puedo dar mi cien por cien, siempre voy a dar el ciento veinte. Me exigía, me apretaba, siempre me castigaba y llegó un punto en el que me enganché al sufrimiento y al castigarme. Aprietas cada vez más, entras en un círculo y llega un momento que no vale ni entrenando cuatro veces más. Entonces hay que recurrir a otra vía y me empecé a exigir cada vez más con el peso”, cuenta. Eso le hizo evitar salir con los amigos para no caer en la tentación de comer algo más de lo debido y las comidas familiares eran un “caos”. “Cuando aguantaba esa tentación me sentía bien conmigo misma porque creía que era fuerte de cabeza y de voluntad, pero no era así. Aunque hubiera querido no hubiera podido comer”. Esta situación le llevó a ponerse unas rutinas de comidas muy limitadas. Tenía que comer siempre a las mismas horas y descartó todo hasta alimentarse a base de ensaladas y fruta. “Comerme un plato de arroz para mí era una guerra porque mi cuerpo no era capaz de tomarlo. Empecé una supuesta dieta pensando que me estaba cuidando, pero dentro de esa dieta restringía aún más. A lo largo de los años pasas de buscar rendimiento y salud a perder rendimiento y salud queriendo buscarlo”, explica.

Le costó ser consciente de que sufría ese problema, hasta el punto de pensar que los que estaban mal eran “los demás”, reconoce. Pero no era así y hubo un momento en el que ella misma se dio cuenta de que la situación no era normal: “Me di cuenta de que no estaba controlando esto y el ser consciente de ello, me frustraba y me angustiaba más. En esa angustia me di cuenta de que no tenía la capacidad de frenar esto”. Por medio de una amiga contactó con la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia de Gipuzkoa y comenzó su recuperación.

Tiempo después y, tras compartir su situación, la remera gallega reconoce que se siente “liberada” y con herramientas para afrontar lo que está viviendo. En el horizonte aparece ese gran objetivo, volver a ser ella misma: “Siempre fui una persona muy extrovertida, que le encantaba hacer el payaso. Cuando me fui apagando me di cuenta que estaba dejando de ser yo. Lo que más me gusta de mí, que es mi forma de ser feliz, se estaba apagando. Ahora poco a poco noto que vuelvo a ser yo y aunque tenga días malos, les se ver el lado positivo”.

“Incluso ganando todo, me seguía faltando algo y no sabía qué era. Eran los mejores días de mi vida y la que faltaba era yo”

“Quise darle visibilidad porque hay gente que está pasando algo así y se siente incomprendida”

Remera de Orio