- Adentrarse en el mar para pasar una agradable jornada de pesca es una experiencia que muchos pescadores no han disfrutado, ya sea por respeto a las olas o por falta de oportunidades. Pero el biólogo y pescador Valentín Velasco demuestra que dar el paso no es tan complicado, siempre que se sigan estos sencillos trucos y recomendaciones.

La primera barrera que hay que sortear al abandonar tierra firme es el mareo. “Hay que comprobar con anterioridad cómo te afecta, porque puedes fastidiar tu jornada de pesca y la de tus acompañantes, que pueden sentirse culpables. Te lo digo por experiencia”, comenta.

También hay que prestar atención a las condicions climatológicas, “algo que se puede hacer desde el propio teléfono móvil”, para evitar la sobreexposición a los elementos. De todas formas, “teniendo un poco de cabeza y cierta precaución, pescar desde una embarcación es mucho más seguro que hacerlo desde la costa”, afirma.

De hecho, la mayoría de los accidentes que se sufren practicando esta actividad “se producen desde acantilados o en las rocas, en mucho mayor número que en naufragios”.

El último escollo a superar por el pescador que pasa de costa a bote es “ir con la mentalidad de aplicar las mismas técnicas que se usan desde tierra firme y esperar los mismos resultados. En mar abierto, los señuelos son diferentes tanto por el peso, los materiales, la posibilidad de piezas de mayor porte que pueden enganchar...”, detalla.

Y en cuanto a la pesca de fondo, si se quiere ir a zonas más profundas, también hay que prestar especial atención a los cebos. “En costa se está acostumbrado a utilizar gusanas o cangrejillos, pero desde la embarcación no suelen ser los que dan mejores resultados”.

Una de las principales ventajas que aporta la pesca en bote es que se evitan las aglomeraciones y “no tienes que pelearte” por ocupar un sitio. “Hay veces que te recomiendan lugares en costa que, cuando acudes, te encuentras con una tropa de gente que ha puesto 25 cañas”, describe Velasco. “O peor aún, acabas jugándote el físico por bajar por un acantilado para estar solo”.

Asimismo, esta modalidad de pesca da acceso a otras especies pelágicas que desde el litoral son más difíciles de capturar “y también a otras profundidades, que en el mar tienen menos límite”.

Además, Velasco recuerda que “desde la embarcación puedes pescar muy cerca de la costa y adentrarte en las desembocaduras de las rías, que son zonas muy interesantes donde ir a por lubina o dorada”. Lugares que, en muchos casos, “son más complicados de alcanzar a pie”.

De esta forma, aunque se esté “a tiro de piedra de la playa y no te adentres en el mar” se puede estar perfectamente situado “donde más paso de peces hay, sobre todo entre las especies que suben con la marea,”, aconseja.

Respecto a los permisos, aclara que basta con la licencia marítima de superficie que emite el Gobierno Vasco, que es la misma tanto para embarcación de recreo como para pescar desde la costa, y comparte límites, deberes y obligaciones.

La diferencia es que “si se quiere ir a aguas exteriores, por ejemplo a por bonito, hay que añadir un permiso especial para la embarcación que emite el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación”.

El citado bonito es, precisamente, el centro de atención de este agosto, “aunque siempre estamos pendientes de la cuota de los pescadores profesionales, ya que a los aficionados nos meten en el mismo saco. Si ellos tienen un buen año y agotan el cupo, nos dejan sin ejemplares disponibles”.

De todas formas, la captura por excelencia del verano “es el chipirón, aunque este año está costando verlos por la costa vasca”. Pero si todo marcha como es habitual, aparecerán en todas las bahías al atardecer y al amanecer.

Otras dos especies típicas de estas fechas son el chicharro y las brecas. Estas últimas, parientes del besugo, empiezan a mostrarse en los fondos de arena y se les puede capturar con cebos de gusano o quisquilla. “Yo suelo ir mucho con mi hija pequeña, porque es una pesca muy divertida”.

Con todos los detalles aclarados, faltaría poder disponer de un bajel en el que embarcarse. “La mejor opción es tener un amigo que disponga de embarcación propia y le guste pescar en compañía, por supuesto”, defiende. “Pero sin ir de gorrón y siendo solidario. Puedes llevar los bocatas, pagar parte de los gastos de combustible y colaborar en lo que se pueda”.

¿Y en el caso de no tener esa suerte? Por fortuna, existen alternativas. “Antes era complicado alquilar barcos con patrón en Euskadi, algo que es muy habitual en otros litorales turísticos. Pero, poco a poco, cada vez hay más gente que se anima a ofrecer servicios de charter de pesca en Gipuzkoa y Bizkaia”.

La mejor forma de contactar con estas empresas es “preguntar en las tiendas de efectos navales que hay en cada puerto o en las oficinas de turismo de cada localidad, que son las que disponen de la información más actualizada”.