afa Nadal no debería tener nada que demostrar en Roland Garros después de haberlo conquistado trece veces. Pero cuando a uno le erigen un estatua en su honor el compromiso tiene que aumentar con el torneo más importante en la carrera del tenista balear. “Para mí, tiene mucho significado y no tengo suficientes palabras de agradecimiento”, comenta el de Manacor, que en la edición del Grand Slam parisino que hoy arranca tiene la segunda oportunidad, y la más propicia para él, de alcanzar su vigésimoprimer grande y situarse al frente de la clasificación histórica. Para mayor aliciente, los tres miembros del Big Three han caído en la misma parte del cuadro, así que lo que gane uno lo perderá otro.

Novak Djokovic y Roger Federer podrían verse en cuartos de final y el vencedor iría en semifinales ante Nadal si todo va normal. Por eso, será imposible repetir la final del año pasado entre el balear y el serbio. Tampoco parece sencillo que el suizo, que apenas ha jugado en tierra en los tres últimos años y cayó en Ginebra ante Pablo Andújar, alcance rondas tan avanzadas en un torneo tan exigente. Pero el sorteo planteó el desafío para los tres, aunque al campeón solo le preocupa “ir mejorando poco a poco” a partir del debut ante el joven australiano Alexei Popyrin porque le espera “un cuadro exigente”. “Estoy aquí con la máxima ilusión. Desde que acabó Roma, las cosas han seguido por buena línea. He ido incrementando la carga y creo que llego bien, pero ahora hay que demostrarlo en la pista”, sentencia.

El número 1 del mundo sigue yendo a su aire y, mientras sus dos grandes rivales ya se ejercitan en las pistas del Bois de Boulogne, él disputará hoy la final del torneo 250 de Belgrado, una cita de escaso fuste para su nivel, que ha elegido para afinar la preparación sin tener que alejarse de su gente. Porque Djokovic ya ha dicho que su prioridad son los Grand Slams y tras imponerse en Australia quiere seguir sumando y estrechar al máximo la distancia con Federer y Nadal.

Por el otro lado del cuadro han quedado ubicados toda la tropa de aspirantes a desbancar al Big Three desde hace unos años. A fuerza de insistir, lo lograrán algún día, pero ya se sabe que los partidos a cinco sets son una frontera llena de obstáculos. Dominic Thiem, que anda algo alicaído, Alexander Zverev, Stefanos Tsitsipas y Daniil Medvedev, que no ha lucido en la gira de tierra, tienen la oportunidad de meterse en la final y demostrar que ese relevo que se ha intuido en los Masters 1000 puede ser ya posible en los Grand Slams: quince de los últimos 16 llevan la firma de alguno de los miembros de la legendaria trinidad del tenis.

En el torneo femenino, todo está de nuevo muy abierto ya que nadie repite título desde 2007 cuando Justine Henin, la última gran dominadora de la tierra batida de París, logró su cuarto trofeo en cinco años. Iga Swiatek es la defensora y llega con buenas sensaciones, aunque con la ausencia de Simona Halep por lesión hay que contar también con Ashleigh Barty. Naomi Osaka, en cambio, aún tiene que demostrar que domina el juego sobre la arcilla.

El tenis vasco tendrá doble representación con Garbiñe Muguruza y Lara Arruabarrena, que llegan al torneo con distintas sensaciones. La campeona de 2016 admite que le faltan partidos en tierra ya que desde abril ha arrastrado molestias físicas que le han impedido jugar con continuidad. “No puede sentirme favorita, por ello. Solo espero afrontar el torneo sin dolores”, afirma Muguruza, que debutará el lunes contra la joven ucraniana marta Kostyuk y asegura que se ha entrenado “todo lo fuerte que he podido y espero estar preparada. Estoy muy motivada, pero siento que mi objetivo es mejorar cada partido”.

Por su parte, Arruabarrena vuelve al cuadro final de Roland Garros tres años después. La tolosarra ha jugado una fase previa impecable y ha encontrado el premio tras un periodo de lesiones que le hizo caer en el ranking y que le ha obligado a bregarse en los torneos ITF. Su debut será ante la rusa Varvara Gracheva, una jugadora a su alcance.

Con todo, la mejor noticia de este Roland Garros femenino es el regreso de Carla Suárez. La canaria ha superado el cáncer que alteró sus planes de retirada en 2020 y ahora, alentada por su amiga Muguruza, podrá darse el gusto de despedirse en las pistas.

El balear llega con confianza tras su triunfo en Roma y tras haber hecho una buena preparación, “pero hay que demostrarlo en la pista”

Muguruza lamenta que acumula pocos partidos en tierra por sus molestias en el muslo y solo espera “poder jugar sin dolores”