- La emoción y la pasión que lo atravesó todo el domingo. Van der Poel y Pogacar, en medio de la tempestad, de una jornada épica, pintaron un lienzo inolvidable en la Tirreno-Adriático. Una obra maestra para el imaginario colectivo. Ese retrogusto en el paladar, se amainó camino de la playa porque es imposible mantener semejante estrés competitivo. Así que el día después, se impuso la calma en el pelotón. Los cuerpos apaleados por el frío y un ritmo endiablado el domingo exigían un respiro inmediato. Así que cuando el sol calentó las pieles ateridas, se supo que era una señal inequívoca para el relax en busca del litoral y los paseos con palmeras que tanto abundan como decorado. Lido di Fermo se convirtió en un señuelo para el barbecho y el sosiego. De eso se aprovechó Würtz Schmidt, el mejor en el esprint de los cinco fugados, que contaron el visto bueno de del pelotón. Ni los equipos de los velocistas quisieron adentrarse en la puja por la etapa.

Los jerarcas optaron por el solaz y el balanceo en la mecedora a la espera de la clausura hoy de la carrera. Al fenómeno esloveno solo le separan los diez kilómetros de la crono plana de San Benedetto del Tronto para lucir el tridente de la carrera de los Dos Mares. Wout van Aert está a 1:15 y Mikel Landa, a 3:00. Al murgiarra, que tuvo que apresurarse tras sufrir un pinchazo, le espera un duelo cerrado con Egan Bernal, cuarto, en la contrarreloj. Solo les separa medio minuto. La emoción en la azotea del podio se resume a esa cuadrícula de la carrera.

Sexta etapa

General

Mikel Landa