- Puestos a hablar de piragüismo, hace tiempo que el zumaiarra Iñigo Peña y el manchego Paco Cubelos son solo uno. Su embarcación, el K2 1.000 llamado a representar a España en los próximos Juegos, se había convertido durante el presente ciclo en una apuesta de fiabilidad extrema. Establecieron en 2017 un récord del mundo de la disciplina, ya arrebatado por un bote serbio. Fueron segundos en los Mundiales de Portugal (2018) y Hungría (2019). Y la cita de Tokio suponía para el dúo la oportunidad de colocar una guinda a su fenomenal trabajo. Una guinda gigante en forma de medalla olímpica. Su historia habla de uno de los muchos sueños deportivos interrumpidos por la crisis sanitaria. Un sueño que próximamente tocará reanudar con vistas al verano de 2021.

¿En qué situación exacta se encontraban Cubelos y usted cuando todo se detuvo?

-La temporada había empezado en octubre, y teníamos ya la mirada puesta en el selectivo de abril, que era donde teníamos que hacernos con la plaza olímpica. El año pasado la logramos para la Federación Española. El billete no era nominal. Así que ahora nos tocaba adjudicárnoslo para poder ir nosotros a Tokio. Quedaba un mes para la prueba y todo había ido bien: la pretemporada, la preparación invernal... Pero llegó luego la pandemia y el trabajo se fue al traste.

Ya me ha contestado a la siguiente pregunta. ¿Iba todo bien? Dice que sí.

-Sí, porque ni Paco ni yo habíamos sufrido ninguna lesión seria. Ambos teníamos sensaciones muy positivas. El barco llegaba muy bien. Estábamos con ganas de competir y de reafirmar esa plaza federativa que logramos en el Mundial de Szeged (Hungría) el año pasado, para vernos así con esa tranquilidad de tener asegurada la presencia en Tokio. Pero mira. Se ha dado esta situación y aquí estamos, en casa.

Miraban a los Juegos desde la ambición.

-La teníamos, sí. Después de dos platas en los dos últimos Mundiales, el objetivo era luchar por una medalla olímpica.

La cita de Tokio no se suspendió hasta una semana después de que sus entrenamientos se vieran interrumpidos. ¿Cómo vivieron ese lapso de tiempo?

-Fueron días complicados, días de muchos nervios. Estábamos a escasos cuatro meses de los Juegos. Y, pese a que inicialmente habían decretado dos semanas de confinamiento en España, ya se rumoreaba que al menos íbamos a pasar un mes así. Ver que tú ibas a perder ese mes de trabajo, mientras el resto de rivales entrenaban en sus países, causaba mucha ansiedad. En Italia, por ejemplo, donde entonces estaban peor que nosotros, los deportistas clasificados para Tokio tenían permisos especiales para poder ejercitarse, con un seguimiento médico de la federación y todas las condiciones de sanidad necesarias, completamente aislados. Aquí, mientras, no hubo nada de eso. Nos mandaron a todos a casa, mientras veíamos que en Bélgica, en Portugal o en la propia Italia, lugares también afectados por el virus, sí se concedían permisos. Teníamos claro ya que no íbamos a poder llegar a los Juegos al cien por cien. Así que el aplazamiento supuso un gran alivio.

¿El pantano de Madrid en el que se entrenan habitualmente nunca supuso una opción?

-Lo fue durante dos días. El confinamiento se decretó un sábado. Pues bien, la Residencia Blume (el centro de alto rendimiento donde reside Peña) la cerraron el jueves previo. Nos dijeron que la cosa se estaba complicando y que la instalación se clausuraba, al implicar su actividad mucho contacto físico entre deportistas. En primera instancia, la Federación Española nos trasladó que fuéramos al pantano. Allí tenemos unos chalets y podíamos seguir entrenando en el agua, aislados. Pero, como te decía, la solución solo duró dos días. El sábado salió el Real Decreto, con la consiguiente prohibición de hacer deporte al aire libre. Y no tenía sentido seguir allí sin poder entrenar en el agua.

Me hablaba ahora del "gran alivio" que sintió luego al retrasarse la cita olímpica.

-Te pasas tres años con una fecha grabada en tu mente. Casi todos los días piensas en ella. Es tu objetivo, lo que te mueve a entrenar con una motivación máxima. Si me dicen en febrero que los Juegos iban a posponerse, me habría llevado un buen disgusto. Pero claro... Viendo luego cómo se dio todo y cómo evolucionaron las circunstancias, fue una alegría saber que la competición se retrasaba. A 2021 llegaremos en igualdad de condiciones con nuestros rivales.

¿No les penalizará entonces el mes de entrenamiento que han perdido respecto a ellos?

-No. Yo creo que tenemos margen. No estamos parados, nos mantenemos en forma y todavía queda un año y tres meses para Tokio. Se trata de tiempo de sobra para coger la forma y perderla. Así que estamos tranquilos. Además, también hay que decir que ahora lo importante es la salud. El deporte pasa a un segundo plano en esta situación.

¿Cómo se entrena en casa?

-Tengo unas pesas, ergómetro y bicicleta estática. No resulta suficiente para un deportista de alto nivel. Más que entrenar, lo que hago es un trabajo de mantenimiento.

¿El ergómetro no le permite realizar sesiones de calidad?

-Me deja simular en parte los entrenamientos de agua. Pero no me proporciona ese feeling, ese contacto, esa sensación de deslizamiento€ Pierdo muchísimo de todo ello cada día que paso sin entrenar en el agua. Porque, al final, el ergómetro solo es una máquina. El gesto resulta parecido y tal, pero falta lo más importante: el contacto con nuestro medio.

¿Cuál es el plan mirando al medio plazo?

-La situación no se presenta sencilla. Porque, a día de hoy, no está nada claro qué competiciones se van a realizar. La Federación Internacional había organizado un campeonato del mundo de distancias no olímpicas para el mes de julio, principalmente destinado a los piragüistas que habían quedado fuera de Tokio. Ahora, al no haber Juegos, parece que la participación va a ser bastante más alta. La mayoría de los países van a querer competir, y probablemente nosotros también lo hagamos. De momento, eso sí, la cita se ha retrasado a septiembre. No sé si se mantendrá. Dependerá de la evolución. Pero está bien pensar que, en un principio, la temporada no va a pasar en blanco, algo que resultaría muy negativo a solo un año de unos Juegos Olímpicos. Actualmente contamos por lo menos con que algún campeonato importante sí se va a hacer. Y mantenemos así la motivación y las ganas de entrenar.

Sigue residiendo en Madrid, principal foco del virus en el Estado. ¿Cómo está todo por allí?

-En cuanto supimos que ni siquiera íbamos a poder entrenar en el pantano, me vine a casa de mi novia. Estamos aquí metidos y tampoco me entero de mucho más de lo que podáis seguir vosotros en Gipuzkoa a través de las noticias. Yo estoy bien. Mi chica también. Salimos una vez por semana para comprar y lo que sí veo en la calle es mucha concienciación. La gente respeta las distancias escrupulosamente. No se para a hablar. Y es muy raro que alguien ande por ahí sin mascarilla. Por lo demás, aquí seguimos. Confinados y esperando a que la cosa vaya mejorando.

"En países afectados también por el virus se han concedido permisos a los deportistas olímpicos, pero aquí no lo teníamos"

"No íbamos a llegar a Tokio al cien por cien; a raíz del aplazamiento, contamos ya con competir en igualdad de condiciones"

"Después de dos segundas plazas en los dos últimos Mundiales, nuestro objetivo es conseguir una medalla olímpica"