donostia - Honda, dominador de infinidad de carreras de motociclismo en los últimos años, había encontrado en el Dakar la horma de su zapato. Era una prueba maldita que se le resistió una y otra vez. Esta crisis quedó acentuada debido al dominio de su mayor rival en la especialidad, KTM, que durante 18 años encadenó triunfos haciendo que la marca japonesa quedara empequeñecida en la cita más exigente para los motores. Los fracasos se acumularon uno tras otro y Honda estuvo 31 años para encontrar al sucesor de Gilles Lalay, el último capaz de ganar con su montura. Sin embargo este año por fin apareció el tan deseado referente y lo hizo de improviso. Sin el papel de líder de equipo, el estadounidense Ricky Brabec sorprendió con su regularidad y dominó la prueba desde los primeros días para lograr una victoria incontestable y devolver así a Honda a una cima que por fin reconquista.

Brabec no solo rompió la maldición de Honda, también la de su propio país al convertirse en el primer estadounidense en ganar el Dakar y el primer americano que vence en una de las dos categorías principales. Fue la revancha del piloto de Honda. Un sueño cumplido en una carrera que solamente dos años antes le había roto el corazón. El año pasado tuvo en su mano hacerse con el título, pero una rotura de motor le dejó sin opciones en la antepenúltima etapa, cuando era líder de la general. “Tras colarme entre los mejores durante ocho días, con tres victorias en el bolsillo y la victoria final a tiro, me llevé una decepción tremenda cuando me vi obligado a abandonar. Nunca en mi vida me había sentido tan mal. Decir adiós cuando acariciaba el triunfo me resultó durísimo, me rompió el corazón”, reconoció. Fue un duro palo, pero también le ayudó a ver que tenía ritmo para estar entre los primeros espadas y necesitó solo un año para cambiar su recuerdo de tristeza en el Dakar por el de la alegría más plena.

En el Dakar se encuentran pilotos con perfiles y orígenes en el mundo del motor muy diferentes. Brabec llegó a esta exigente prueba después de ganarlo todo en Estados Unidos, destacando especialmente en las bajas que se disputaban en los desiertos. Esas virtudes le ayudaron a llegar al Dakar y fueron decisivas en su conquista. El piloto de Honda aprovechó al máximo las primeras etapas, con pistas más duras y técnicas. Atacó y sacó una importante ventaja. Una vez en cabeza templó los nervios y supo gestionar la renta a la perfección, sin arriesgar lo más mínimo y controlando a cada uno de sus perseguidores con maestría. “Al final hemos juntado todas las piezas del puzle y aquí estamos, ¡hemos ganado! Hemos tenido que ser inteligentes y mantener la concentración cada día”, declaró una vez rota la maldición de Honda y la suya propia. - J. Victoria de Lecea